BARCELONA.- Unos 3.500 aficionados vibraron en el Palau Blaugrana con la victoria que, a muy pocos kilómetros de allí, en el Palau Sant Jordi, logró el Barcelona ante el Benetton de Treviso (76-65) y que le sirvió para proclamarse, por primera vez en su historia, campeón de Europa.
Fue la otra final, la de aquellos que no pudieron conseguir una entrada para el recinto olímpico, pero que quisieron animar a los suyos, aunque fuese desde la distancia en la verdadera casa del equipo, el auténtico Palau.
Aplausos y más gritos con los primeros puntos de Fucka y Dueñas, y contrariado silencio en las réplicas de Edney y Langdon. El partido ya había arrancado.
Dos espectaculares acciones de Bodiroga despertaron de nuevo al Palau, que se puso en pie para celebrar el talento de su ’crack’ y, poco después, para protestar a los árbitros dos pasos consecutivos señalados a Femerling y Navarro.
Con 23-25 finalizó el primer cuarto y, desde la megafonía del Palau se pidió aún más ambiente de final. Los gritos de "Forca Barca!" el "Guanyarem, guanyarem!" y, sobre todo, el estribillo del himno del Barcelona hicieron retumbar, una vez más, la instalación.
Tres tiros libres de Jasikevicius y dos jugadores más de un inconmensurable Bodiroga abrieron la primera brecha en el marcador (36-26) y el Palau enloqueció, consciente de que el sueño estaba un poco más cerca.
Con el 42-34 del descanso, los aficionados aprovecharon para estirar las piernas, tomarse un refresco o interesarse por cómo iba el Barcelona de fútbol, que desde las 21:00 horas locales estaba jugando en Sevilla.
El Benetton empezó la reanudación con dos canastas consecutivas y la megafonía pidió, de nuevo al público, más presión, como si el apoyo del Blaugrana también pudiese sentirse sobre la pista del Palau Sant Jordi.
Ese arranque tras el descanso fue el momento más crítico del partido, cuando los catalanes se bloquearon en ataque y los italianos empataron el choque (47-47).
El Blaugrana volvió a reactivarse con dos canastas de Fucka y cuatro tiros libres de Femerling. Nuevos gritos de "Barca, Barca!" para celebrar que el equipo había retomado el mando del encuentro al final del tercer cuarto (55-48).
Con diez minutos aún por jugarse, el público empezó a hacer la ola, a abrazarse, a agitar las bufandas y a saltar como si el título ya estuviera ganado. Esta vez no fue una osadía sino toda una pre completamente loco a un Palau cada vez más excitado. Hasta que Bodiroga, poco después, hizo otro triple con un inequívoco sabor a título europeo (66-58).
"Bo-di-ro-ga, Bo-di-roga!", estalló el Blaugrana, borracho de júbilo y con la sensación de que, por fin, en la sexta final continental, el sueño estaba a punto de hacerse realidad.
Los últimos tres minutos de partido, hasta el 76-65 final, fueron una auténtica fiesta. Risas, llantos, sudores, abrazos, gritos, palmas y cánticos, himno, banderas, bufandas al viento y la esperada invasión de pista en un pabellón puesto en pie y totalmente entregado a los suyos, los nuevos reyes de Europa.