DÜSSELDORF.- La Copa del Mundo por equipos es de Chile, y el equipo formado por Fernando González, Nicolás Massú y Marcelo Ríos -que conquistó hoy el mayor éxito de la historia del tenis chileno-, dejó salir toda su alegría en las declaraciones posteriores a la victoria.
La imagen de todos los componentes del equipo abrazados sobre la arcilla de la cancha central tras el definitivo triunfo en dobles resumió el espíritu de camaradería que reinó entre los campeones. "Fuimos un equipo", describió Nicolás Massú.
"Ser campeón del mundo es la alegría más grande de mi vida", afirmó Marcelo Ríos. "Ganar en Miami y ser número uno del mundo fue mucho, pero esto durará más". Ríos se emocionó en la conferencia de prensa posterior a la victoria: él se restó méritos en el triunfo, pero sus compañeros respondieron al unísono que el "Chino" "formó parte del equipo y el equipo ganó".
Lo cierto es que Ríos fue el único que falló sobre la cancha en la final. Su derrota por 6-3 y 7-6 (7-5) ante Radek Stepanek equilibró el marcador que antes había abierto González con un sólido triunfo por 7-6 (7-4) y 7-6 (7-5) ante Jiri Novak, el décimo jugador del mundo. Todo quedó en manos de González y Massú para el dobles: Y las dos jóvenes estrellas cumplieron con creces al ganar a Stepanek y Novak por 6-4 y 6-2.
"Si somos campeones es gracias a Nicolás y Fernando", aseguró Ríos, que pese a todo estuvo animando como nunca desde el banco. Y los números le dan la razón. Sus dos compañeros ganaron todos los partidos en que participaron. En el caso de González fueron todos los posibles, cuatro individuales y cuatro dobles, un logro que en los 26 años de historia de la Copa del Mundo sólo consiguió en 1984 John McEnroe.
"Es un gran honor para mí, McEnroe fue un gran jugador y yo sólo estoy empezando", afirmó González, el que más emoción mostró y nada más conquistar la victoria lanzó la raqueta y las dos zapatillas al público. "Simplemente estoy feliz, por mí, por mi equipo y por mi país". Los espectadores alemanes reconocieron el valor de "Mano de piedra" y le tributaron la mayor ovación de la semana.
Pero no todos los asistentes eran alemanes. Pese a la lluvia, que obligó a parar durante una hora el choque de González y en cualquier caso no paró a lo largo de toda la final, los 40 chilenos presentes en el Rochusclub nunca dejaron de animar. Sobre el podio, tras escuchar el himno nacional, los jugadores los saludaron efusivamente.
Entre los cuatro presentes en el podio una figura creció. Fue la de Horacio de la Peña, al que todos señalan como el artífice de la unidad que reina en la selección. "Un excelente entrenador", resumió Ríos. "Un gran motivador", confirmó Massú. "Fue muy importante para mí", agregó González, que es pupilo del argentino.
Una vez recibidos todos los trofeos (campeones y mejor pareja de dobles), todo el equipo chileno se juntó en la sala de jugadores para hacerse las fotografías de rigor y beberse una cerveza. "¡Otra, otra!", gritaban al unísono. Pero poco tiempo hubo para celebraciones, porque poco más de una hora después de ganar el trofeo, un avión dispuesto por la organización de Düsseldorf los trasladó a París. Roland Garros será otra historia, pero nadie le quitará a Chile ya el saberse el mejor equipo del mundo por un día.