PARIS.- El español Juan Carlos "Mosquito" Ferrero (N.3) disputará el domingo ante el poco conocido y ascendente holandés Martin Verkerk su segunda final consecutiva del Abierto de Francia, un duelo que tendrá lugar en el Court Central de Roland Garros, en el que se enfrentarán dos concepciones distintas del tenis, que podría definirse como Talento contra Potencia.
Las cualidades del español son conocidas por todos, no en vano, cualquiera sea el resultado de la final, ya le arrebató el puesto número uno de la carrera ATP al venerable "Kid de Las Vegas", el estadounidense Andre Agassi.
Ferrero, de 23 años, un virtuoso de la raqueta, capaz de realizar todas las variantes de juego y cambios de ritmo, tras darse el gusto de eliminar a su compatriota y amigo, Albert Costa (N.9), quien lo derrotó en la final anterior, no se fía de Verkerk.
"El año pasado jugué contra él y le gané en dos sets en Kitzbuehel, Austria (...) En la pista tendré que intentar devolverle de diferentes maneras y subir en la línea. En este torneo hay lugar y motivación para todo el mundo y él está jugando muy bien".
Sin lugar a dudas, las posibilidades del "Mosquito" pasan por lograr mover y desconcentrar al tenista de 1,98 metros de estatura y, rezar para que no esté lúcido con su servicio.
Este jugador, de 24 años, casi un desconocido hasta ahora, había despuntado tiempo atrás como la gran revelación del tenis de su país, pero, sus primeros logros lo marearon y prefirió dedicarse a la "buena vida" y semicolgar la raqueta. Tras dar marcha atrás en esta decisión, el domingo se convertirá en el primer jugador de su país que pisa el Court Central de Roland Garros para disputar una final del Gran Slam francés.
Pero a Verkerk nadie le regaló nada. Tras un regreso irregular al circuito, llamó la atención en los recientes torneos de Roma y Sankt Pölten (Austria), donde perdió en cuartos de final y semifinales, ante los rusos Evgueni Kafelnikov y Nicolai Davydenko, respectivamente.
Sin embargo, lo más impactante de su carrera lo ha realizado en estas dos semanas sobre el polvo de ladrillo de Roland Garros, que no es precisamente su superficie favorita.
A fuerza de "aces" y certeras devoluciones contra las líneas, fue revolcando uno a uno a excelentes jugadores, algunos de ellos "a priori" candidatos para ganar la prueba. Quizás sus dos mayores hazañas las logró en cuartos de final y en semifinales, al expulsar del torneo de Gran Slam al ganador de 1998, el español Carlos Moyà (N.4), primero, y el viernes a otro peso pesado, el argentino Guillermo "Mago" Coria (N.7).
El domingo se develará la gran incógnita, ¿quién se impondrá, la técnica del talento exquisito o la fuerza?, así como también a quién le corresponderá el cheque de 840.000 euros o el de 420.000, y, por supuesto, los 200 y 140 puntos para la ATP.