ROSMALEN, Holanda.- El holandés Richard Krajicek, uno de los grandes "cañoneros" del tenis mundial, anunció hoy que pone fin a su carrera deportiva profesional, con 32 años, debido a las molestias que padece en el codo derecho.
Krajicek explicó que el dolor que experimenta en el brazo después de ejecutar los primeros saques de un partido le impide competir al más alto nivel, como le ocurrió este martes en la primera ronda del torneo de Rosmalen, en la que perdió frente al francés Oliver Mutis.
"Quiero tener la sensación de que puedo conseguir victorias", manifestó con lágrimas en los ojos, "pero si el brazo empieza a dolerme después de unos pocos servicios, hay que ser realista. Por eso he decidido dejarlo".
Krajicek deja el tenis con la sensación de haber cumplido con creces sus objetivos. "He conseguido más y he llegado más alto en las listas mundiales de lo que había soñado de niño", aseguró.
El holandés, que ganó dos veces el torneo sobre hierba de Rosmalen, no podrá, por tanto, competir a partir del lunes próximo por su segundo título en Wimbledon. El sorteo le había deparado un posible cruce en segunda ronda con el número uno mundial, el australiano Lleyton Hewitt.
En marzo de 2001 Krajicek fue operado del codo derecho y hubo de permanecer un año sin competir. A fines del pasado año estuvo inactivo otros cuatro meses debido a una lesión en un pie, y ahora le ha recrudecido la lesión en el codo.
Krajicek pensaba retirarse a fines de este año, pero tenía ilusión por participar, por última vez, en el torneo de Wimbledon, que ganó en 1996 en el mayor éxito de su carrera deportiva.
"Es una gran pena para mí no poder cumplir mi último objetivo", se lamentó.
Nacido en Rotterdam, Krajicek ha jugado al tenis durante 25 años, catorce de ellos en el campo profesional. Empuñó su primera raqueta cuando tenía tres años y a los cinco ya empezó a recibir lecciones.
A lo largo de su carrera ha vencido en 17 torneos internacionales y sus ingresos superaron los 10 millones de dólares. En las listas mundiales llegó a ocupar el cuarto puesto.
"He pagado un alto precio por el éxito", afirmó. "Tres operaciones de rodilla, una en el codo, otra en el pie y muchos meses, incluso años de rehabilitaciones. Pero pese a todos los problemas regresé una y otra vez porque mi corazón estaba en el tenis".
Krajicek, casado y con tres hijos, se tomará ahora unas semanas de vacaciones con su familia y anticipa que "cuando pase este período, será duro adaptarse a una vida sin el tenis".
El holandés dedicará parte de su tiempo a su fundación de tenis, que persigue recaudar fondos para los niños pobres, y también a su actividad como director del torneo de Rotterdam.
"El tenis es todo lo que yo he querido hacer. La competición, la lucha en la pista, es lo más bonito que hay en el mundo", concluyó.
