LONDRES.- Las muertes sobre el terreno de juego son un hecho poco frecuente que sólo cuenta con algunos antecedentes en todo el mundo.
El camerunés Marc-Vivien Foe se convirtió el jueves en uno de los pocos futbolistas fallecidos durante o justo después de un partido, al desmayarse y caer al suelo con un aparente ataque cardíaco en el minuto 72 del encuentro de semifinales de la Copa Confederaciones de fútbol contra Colombia.
Bajo un calor sofocante en la ciudad francesa de Lyon, el jugador de 28 años, se desplomó en medio del campo, en el círculo central, sin que se hubiera producido ningún choque.
A pesar de la asistencia médica inmediata, se le declaró muerto apenas 45 minutos después de desplomarse.
Trevor Brooking, directivo del West Ham United, uno de los ex equipos de Foe, dijo que "cuando se tienen en cuenta las rigurosas revisiones médicas a las que se someten los jugadores de forma regular, es difícil entender cómo algo así puede ocurrir".
La muerte de Foe es similar a la del joven internacional nigeriano de 24 años, Samuel Okwaraji, quien falleció a causa de un fallo cardíaco. Okwaraji se desplomó a 10 minutos del final del partido de clasificación para el Mundial de Italia contra Angola, en Lagos en agosto de 1989.
Una autopsia había descubierto una anomalía en el corazón y una presión muy alta en sangre.
La mayoría de las muertes de jugadores aparentemente sanos durante los encuentros se ha debido a problemas cardíacos o a rayos.
Ataque al corazón
En octubre pasado el delantero brasileño de 28 años Marcio Dos Santos murió de un ataque al corazón justo unas horas después de marcar para el conjunto peruano Deportivo Wanka.
El único jugador que murió en Gran Bretaña sobre el terreno de juego durante un encuentro profesional en los últimos 50 años fue el delantero Dave Longhurst, un neoyorquino de 25 años, en un partido de la liga inglesa, en septiembre de 1990.
Una investigación reveló que sufría de una rara anomalía en el corazón.
El jugador del club portugués Porto, Fernando Pascola das Neves, conocido como "Pavao", se desvaneció y murió durante un encuentro de liga en diciembre de 1973.
El hermano de 20 años del mediocampista internacional francés Emmanuelle Petit murió durante un partido en 1987.
Desde 1963, ha habido un creciente número de muertes inexplicables entre jugadores rumanos.
Constantin Tabarcea, quien tenía 26 años y jugaba para el Petrolul Ploiesti, falleció tras colapsar en un partido de primera división en 1963.
En 15 meses entre 1999 y 2001, cuatro jugadores rumanos murieron tras desplomarse en la cancha.
Stefan Vrabioru, del equipo Astra Ploiesti, murió camino al hospital después de caerse apenas unos minutos después de hacer su debut en primera división contra el Rapid Bucarest.
Los rayos pueden suponer un serio riesgo en campos de juego expuestos a ellos y que son utilizados por jugadores de fútbol aficionado, aunque también pueden producir resultados fatales en clubes del fútbol profesional.
En febrero de 1967 un jugador murió y otros cuatro resultaron heridos tras caer un rayo durante un partido no profesional entre Highgate United y Enfield.
El arquero Erik Jongbloed del DWS en Holanda murió por un rayo durante un encuentro en septiembre de 1984 en frente de su padre, el ex portero internacional Jan Jongbloed.
En agosto de 2001, dos jugadores murieron y otros 10 resultaron con graves quemaduras tras caer un rayo durante un partido profesional en Chiquimulilla, en Guatemala.
En octubre pasado, el delantero colombiano Geovanny Córdoba y ex internacional Herman Gaviria murieron después de ser alcanzados por un rayo durante una sesión de entrenamiento en Colombia.
Otro jugador resultó alcanzado por otro rayo y murió después de un partido en Ucrania en julio pasado.
Una de las muertes más tristemente conocidas fue la del colombiano Andrés Escobar. Aunque su fallecimiento ocurrió fuera de los terrenos de juego su asesinato estaba directamente relacionado con el resultado de un encuentro.
Escobar metió un gol en su propia meta en el partido que Colombia perdió por 2-1 contra Estados Unidos en el Mundial de 1994.
El jugador fue baleado tras regresar al país, cuando iba camino de su casa por un asesino a sueldo, al parecer contratado por un grupo de apostadores que había perdido dinero como resultado del encuentro.
