SAO PAULO.- Boca Juniors derrotó con autoridad por 3-1 a Santos en el Estadio Morumbi (5-1 en el global) y se tituló campeón de la Copa Libertadores por quinta vez en su historia. De esta forma, el cuadro que dirige Carlos Bianchi alcanzó a Peñarol de Uruguay en el número de títulos de la máxima competencia continental de clubes y quedó a dos trofeos del "Rey de Copas", Independiente de Avellaneda (7).
El xeneize, campeón 1977-78 y 2000-01, coronó un "sprint" impecable ganando los últimos siete partidos. Hizo gala de un manejo meticuloso de cada uno de los sectores de la cancha y pareció no desperdiciar ninguna circunstancia de juego.
Fue así como en los primeros minutos detuvo a Santos con la violencia precisa de un cirujano. El cuadro paulista careció de la tranquilidad para definir las veces que estuvo contra el meta Roberto Abbondanzieri, en momentos donde aún el fondo de los argentinos aparecía débil ante la carga local.
Sin embargo, una excelente recuperación de Cagna en el centro del campo, posibilitó la participación de Delgado, Ibarra, Battaglia y Tévez en una excelente jugada colectiva, que terminó en la apertura de la cuenta para la visita. El título comenzaba a resolverse.
Porque el resto fue un tributo a la desesperación paulista. El cuadro argentino tomó bien las marcas. Cascini con el buen Diego. Clemente Rodríguez asediando a Robinho. Léo tenía a Villarreal como sombra, mientras Schiavi y Burdisso no le daban un metro a Luiz Fabiano y a Ricardo Oliveira.
Así pasaron los minutos con el local adormecido completamente. Las fuerzas comenzaron a restarse y sólo el adelantamiento del zaguero Alex, que venció con un zapatazo la resistencia trasandina, posibilitó la risa inquieta de los 70 mil fanáticos paulistas.
Sonrisa tan breve como falsa. Porque a nadie engañaba el bajo rendimiento de un equipo al que le quedó grande la calidad de finalista y sobre el cual, cuando Boca quiso, anotó.
Un nuevo replanteamiento de Bianchi, dándole más salida a los laterales para preocupar la proyección por las puntas de Nené y Léo, surtió efecto casi inmediato. La contra de Boca, armada por Tévez y Battaglia, encontró en despoblado a Delgado, que batió a Costa desde 40 metros.
Diez minutos más tarde, el propio Costa derribaba en el área y con una plancha que rayaba lo ordinario a Jerez. Schiavi remató desde los once metros y puso el colofón a un título con todas sus letras.
Fue el final de una historia anunciada, donde la experiencia y hambre xeneise cobró víctimas una a una. Colo Colo, Barcelona, Independiente de Medellín Paysandú, Cobreloa, América de Cali y Santos; supieron de su poderío. El próximo 14 de diciembre, AC Milan probará la talla de un cuadro que, en Sudamérica, no tuvo parangón.