LONDRES.- Mientras todos reducen presupuestos y rebajan los salarios de sus jugadores, el magnate ruso Roman Abramovich gasta a manos llenas su dinero para hacer del Chelsea un nuevo "equipo galáctico".
No pudo haber mejor lugar para anunciar el último y flamante fichaje del club londinense, el argentino Juan Sebastián Verón, que la Bolsa de la capital británica.
Ni directivos, ni representantes. Tanto el Chelsea como el Manchester United, club del que procede Verón, cotizan en el mercado de valores, así que la información del fichaje era relevante para los índices financieros y no debía demorarse.
Con el fichaje del argentino, que costó 24 millones de dólares, Abramovich lleva gastados cerca de 100 millones en nuevos jugadores desde que comprara el club a principios de julio a Ken Bates, máximo accionista hasta aquel momento.
El ruso era un auténtico desconocido en los círculos futbolísticos hasta que irrumpió como un meteoro en la liga inglesa hace apenas un mes y medio. Magnate del petróleo y el aluminio, Abramovich es también gobernador de la remota provincia de Chukotka, en el extremo oriental de Rusia.
"Necesitaba tener todo el poder para conseguir lo que quería", reconoció el ruso acerca de sus actividades políticas en una entrevista con el diario "Daily Telegraph".
Su ambición es la misma en todos los órdenes de la vida. El fútbol se le metió en las venas tras presenciar la pasada temporada el partido de cuartos de final de la Liga de Campeones en Old Trafford entre el Manchester United y el Real Madrid, en el que los ingleses vencieron por 4-3.
"Estaba explorando el mercado cuando estaba en Old Trafford y no pude dejar escapar la oportunidad. Fue realmente un partido precioso", dijo Abramovich, que explicó que entre diez equipos ingleses eligió al "Chelski", que adquirió por 43,5 millones de euros (49,5 millones de dólares) y el compromiso de hacerse cargo de su deuda, de 116 millones (131,8 millones de dólares). Una cifra accesible cuando se posee una fortuna estimada en 5.500 millones de euros (6.249 millones de dólares).
Los escépticos, sin embargo, dudan de si el repentino interés de Abramovich por el fútbol está motivado realmente por el amor al "deporte rey" o es una estratagema para cambiar el difícil mundo de los negocios ruso por el más calmado ambiente londinense.
MiJail Jodorkovsky, compañero multimillonario de Abramovich y cabeza del consorcio petrolero Yukos, se enfrenta a investigaciones policiales, mientras que el antiguo jefe del nuevo dueño del Chelsea, Boris Berezovsky, se encuentra en Londres resistiéndose a los intentos de las autoridades rusas de extraditarlo acusado de fraude.
"Me gusta el estilo de vida inglés", aseguró Abramovich. "Los ingleses están acostumbrados a mezclarse con personas de otras nacionalidades. Cualquiera podría sentirse cómodo aquí".
En un gesto hacia los fans del Chelsea, el magnate ruso dijo que escucharía la opinión de los aficionados y aseguró que en su segundo día como dueño del club recibió una carta de un niño de diez años en la que le aconsejaba que fichara a tres de los jugadores que ya ha contratado.
Además de Verón, engrosarán la filas del nuevo Chelsea el camerunés Geremi Ndjitap (Real Madrid), el internacional inglés Wayne Bridge (Southampton), el internacional irlandés Damein Duff (Blackburn Rovers) y los defensas del West Ham Glen Johnson y Joe Cole.
Quizás fueron nuevas cartas las que le sugirieron también intentar el fichaje de Ronaldo, Raúl, Christian Vieri, Patrick Vieira, Thierry Henry, Robert Pires, Edgar Davis, Alessandro Nesta, Ronaldinho o Patrick Kluivert.
Según la prensa, por todos mostró el interés el Chelsea, que con el misterioso Abramovich a la cabeza, parece dispuesto a arrebatar la hegemonía en el fútbol inglés a Manchester United y Arsenal.