SANTO DOMINGO.- El béisbol cubano volvió a tener otro gran triunfo en los Juegos Panamericanos al ver cumplido el sueño de lograr la novena medalla de oro consecutiva y mantener la supremacía indiscutible dentro de la competición internacional.
Si al triunfo del deporte, que es el verdadero símbolo nacional, se le une que se logró en un gran partido y frente a su eterno rival, la novena de Estados Unidos, entonces la satisfacción del deber cumplido, en todos los aspectos, es doble en el equipo cubano en estos Juegos de Santo Domingo.
Mientras, Estados Unidos con jóvenes universitarios que no superaban el promedio de los 21 años, también confirmó que tiene un gran programa establecido para el equipo nacional, sin necesidad de las estrellas de las Grandes Ligas.
El equipo que más ganó en comparación con otros Juegos Panamericanos fue el de México, con el bronce, el tercero de su historia y el primero en 40 años, y lo hizo a costa de Nicaragua, que había sido la gran revelación hasta que perdió los dos últimos partidos del torneo.
Cuba y Estados Unidos fueron los que ayer, martes, pusieron el punto final a la competición del béisbol que se disputó en los estadios Quisqueya de Santo Domingo, Tetelo Vargas de San Pedro de Macoris y El Cibao de Santiago de los Caballeros.
El partido fue sin discusión el mejor y el más emocionante del torneo con dos lanzadores que trabajaron las nueve entradas completas para caer el duelo a favor del cubano Norge Luis Vera, que superó a Jered Weaver, de 21 años.
El misticismo y la pasión que siempre genera el duelo entre Cuba y Estados Unidos también estuvo presente en el Estadio Quisqueya, pero esta vez sin que llegase a haber más de 10.000 espectadores, entre los que se encontraban más de 400 soldados, en una jornada en la que circularon rumores sobre la presunta deserción de un ciclista.
La victoria por 3-1 dio paso a la gran exaltación nacional que siempre provoca el deporte del béisbol y la delegación cubana se la dedicó al Comandante Fidel Castro con motivo de los 77 años que cumple hoy.
"Esta gran victoria la hemos conseguido en un día muy especial para todos los cubanos en víspera del cumpleaños de nuestro comandante en jefe. A él se le ha dedicado especialmente este triunfo", dijo el ministro de Deportes de Cuba, Humberto Rodríguez.
Cuba llegó de favorito a los Panamericanos pero con un equipo joven y sin algunas de sus principales figuras, como el lanzador José Luis Lazo y el infielder Bárbaro Cañizales, que se habían quedado en la isla por "indisciplina", según los dirigentes.
Las ausencias en los primeros partidos de la serie preliminar, incluida la derrota por 7-1 frente a México, mostraron que el equipo de Cuba iba a ser vulnerable y podía perder la supremacía de 36 años de haber ganado el oro consecutivo en los Juegos Panamericanos.
Pero, de nuevo, los recursos del equipo cubano comenzaron a surgir para superar el pobre bateo que habían tenido y aunque no explotaron, sí supieron tocar la pelota con los hits oportunos que les abrió el camino del gran triunfo por 2-1 frente a Nicaragua, en las semifinales y luego la culminación contra Estados Unidos.
"Puedo afirmar que es mi gran triunfo, entre los muchos que he conseguido frente a Estados Unidos", afirmó el piloto de Cuba, Higinio Vélez.
Estados Unidos, que ganó su séptima medalla de plata, segunda consecutiva, luchó hasta el último out con sus jugadores universitarios, y demostró un gran pitcheo, encabezado por Weaver, hermano del lanzador de los Yanquis de Nueva York, Jeff Weaver.
Fue la quinta ocasión en que Cuba vence a Estados Unidos en la final panamericana y la segunda consecutiva después de haberlo hecho en los pasados Juegos de Winnipeg 1999.
Si Cuba y Estados Unidos confirmaron de alguna manera los pronósticos, México con su triunfo por 6-2 frente a Nicaragua se quedó con la tercera medalla de bronce que lograba en los Juegos Panamericanos, algo que no hacía desde los Sao Paulo, en 1963, cuando también quedó tercero.
El equipo de México logró el doble objetivo de conseguir medalla y mejorar la imagen internacional, que no había sido buena en las últimas competiciones.
Nicaragua, que buscaba su tercera medalla panamericana, después que logró las de plata en los Juegos de Caracas, en 1983 y del Mar de Plata, en 1995, fue sin discusión el equipo revelación con un gran béisbol de excelente pitcheo, buena defensa y un bateo productivo.
El equipo centroamericano fue el único que paso invicto la fase preliminar con cuatro triunfos, incluidas las blanqueadas a Estados Unidos (3-0) y a la República Dominicana (2-0), pero en el partido decisivo de semifinales ante Cuba, les sobraron las tres últimas entradas del juego cuando los isleños vinieron desde atrás y le hicieron las dos carreras de la derrota.
Pero tanto Nicaragua, que se fue con la cabeza en alto, como México, medalla de bronce, confirmaron que los grandes del deporte, Cuba, República Dominicana y Estados Unidos, le tendrán que hacer espacio en futuras competiciones internacionales.
La gran decepción del torneo fue, sin duda, República Dominicana, el equipo anfitrión que se presentó a los Panamericanos con una novena llena de ex jugadores de grandes ligas, y con grandes esperanzas de retar a los cubanos por el oro.
Pero las derrotas frente a Estados Unidos y Nicaragua en la ronda preliminar y luego en la fase de consolación los relegaron al séptimo puesto, lo que provocó una dura reprimenda a los peloteros de los dirigentes del deporte dominicano.
El resto de los nueve equipos participantes -no se presentó al final Aruba- cumplieron con mención especial para el de Brasil, que quedó quinto, y sigue creciendo en su béisbol; Panamá que fue sexto y no terminó de desarrollar al máximo su potencial; Guatemala que ocupó el octavo lugar y Bahamas el noveno.