LOS ANGELES, ESTADOS UNIDOS.- El Masters femenino de tenis que comienza hoy en el Staples Center de Los Angeles está amenazado por la intrascendencia: la ausencia de jugadoras locales, en especial las hermanas Venus y Serena Williams, podría dejar al torneo casi sin público.
El lema de los organizadores para atraer a los espectadores -"ocho mujeres, seis días, tres millones de dólares"- se vio trastocado por la falta de tres jugadoras estadounidenses que ocuparon el número uno del mundo, las hermanas Williams y Lindsay Davenport.
"Es duro, pero esto es el deporte. Hay que estar al máximo nivel físicamente para poder aguantar hasta el final. Pese a todo brindaremos un torneo de alta calidad", aseguró la defensora del título Kim Clijsters, aludiendo de paso al duelo con su compatriota Justine Henin-Hardenne, con la que dilucidará la pregunta de qué belga terminará el año como número uno del ranking mundial.
Clijsters encabeza actualmente el escalafón con 135 puntos de ventaja, y apenas parece amenazada dada la condición física de su rival. Henin-Hardenne, ganadora del Abierto de Francia no pudo entrenar en los últimos días, afectada por fiebre y un resfrío, y no se siente en la plenitud de sus fuerzas.
Pero mientras en el resto del mundo el número uno puede ser un tema que atraiga a los aficionados, para los patrióticos estadounidenses es poco menos que intrascendente.
A pocos kilómetros de la sede del torneo, las Williams se dedicaron el martes a desfilar con diseños de la marca "Aneres", propiedad de Serena, que contrató a su hermana Venus para modelar.
"Creo que tendré tiempo suficiente para dedicarme a la moda cuando haya terminado con el tenis y tenga artritis y todo ese tipo de cosas", bromeó Venus, que jugó bastante poco en la temporada 2003.
Las hermanas Williams planean volver a empuñar la raqueta en el Abierto de Australia, en enero, tras seis meses alejadas de las pistas. Lo mismo tiene previsto Davenport, de 27 años, que fue operada el mes pasado de una dolorosa lesión en el pie.
El Staples Center, con capacidad para 19.000 espectadores, albergó hace un año por primera vez el torneo. Aquella vez sí estuvieron las Williams, y sin embargo hubo días en los que se jugó ante menos de 300 espectadores, con un promedio diario de 7.500 entradas vendidas.
Seis empleados de relaciones públicas del imperio AEG reciben desde enero sueldos muy suculentos para que el cierre de temporada de la WTA no sea una fracaso por segunda vez, admitió el jefe de marketing, Shawn Hunter.
Un millón de dólares se invirtieron en la comercialización, y durante largos meses se hizo publicidad en todos los clubs de tenis del sur de Californía. Pero, sin incentivo local, y con las Williams muy lejos mental y físicamente del tenis, todo parece poco para salvar al certamen.