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Historias de fútbol: Cuando el rival juega con 12

"Fue un robo". La sentencia reaparece como un sino inevitable cada cierto tiempo cuando la selección de Chile o un elenco nacional juega algún partido internacional de importancia. Lo de anoche en Colombia es una más de las tantas ocasiones en que un árbitro perjudicó injustamente a un elenco chileno.

26 de Enero de 2005 | 13:51 | Felipe Gálvez y Matías Gazitúa, El Mercurio en Internet

Fuentes marcando precisamente a Baggio.
El lamento de Fuentes
Ronald Fuentes cargó por siempre con la mala fortuna de haber sido uno de los protagonistas de la jugada que cambió la suerte de Chile en el Mundial de Francia 1998. No se le puede culpar al ex Universidad de Chile, pero la mano que le cobraron permitió el penal que dio el empate a Italia en el primer partido.

"Lo vi como una situación puntual en la que se cobró un penal producto de la poca experiencia internacional del árbitro. El equipo quedó súper afectado, pero yo tomo el incidente por el peso de la tradición: por eso siempre llegan los mismos equipos a las instancias decisivas", recordó Fuentes a Emol.

"A mí ni me influyó mayormente pero fue lamentable por el momento que vivía la selección. Después de tanto tiempo sin ir a un mundial, estar jugando bien y ver cómo el resultado influyó por un cobro arbitral. Sin embargo, no debemos ser prisioneros de esas situaciones", agregó.
SANTIAGO.- No es bueno salirse del análisis frío: Chile acabó perdiendo ayer con Colombia por incapacidades propias, como no saber defender un 2-0, y por errores garrafales, como el del portero Carlos Arias en el segundo tanto local. Sin embargo, tampoco es bueno obviar que en el mismo partido, el conjunto chileno debió bregar además contra el parcial arbitraje del boliviano Juan Carlos Paniagua.

Y no es primera vez que pasa. En el concierto internacional Chile es un "equipo chico", de aquellos que inexorablemente acaban siendo víctimas de cobros dudosos, de penales inexistentes o de expulsiones increíbles. Casi siempre (en el fútbol no hay absolutos), son elencos que juegan con un hombre menos y no sólo por las tarjetas rojas, sino porque el rival cuenta con uno más en la cancha.

Son partidos como los de anoche los que más duelen y los que, aunque no se quiera, permanecen por más tiempo en el consciente colectivo, en aquella memoria eterna que sabe más de injusticias y fracasos que de legalidad y triunfos. Por eso, Emol detalla a continuación algunas de esas ocasiones en que se terminó pateando piedras aún sabiendo que en "condiciones normales" la historia podría haberse teñido de gloria.

El mejor, sin Libertadores

Dicen los entendidos que el mejor Colo Colo de todos los tiempos no fue el que alzó la Copa Libertadores en 1991, sino aquel que la perdió en 1973. Adolfo Nef, Leonel Herrera, Francisco "Chamaco" Valdés, Leonardo Véliz y Carlos Caszely, entre otros, vieron como un pésimo arbitraje les impedía confirmar una campaña notable en la que incluso vencieron a Botafogo en el Maracaná.

Se jugaba el primer encuentro de la final ante Independiente de Argentina, en Avellaneda. Colo Colo se imponía por la cuenta mínima y aseguraba media Copa, al tener que definir todo en Santiago. Sin embargo, los argentinos consiguieron el empate con un claro foul de Mario Mendoza a Nef en plena área. El portero bajó un centro pero fue empujado contra su arco, acabando dentro de éste. El árbitro brasileño Romualdo Arpi Filho se hizo el desentendido y validó la conquista.

En Santiago la situación no fue distinta. En Ñuñoa, Caszely convirtió dándole con la rodilla tras un centro de Véliz. Pero el guardalíneas levantó la bandera señalando una posición de adelanto que sólo él vio. Era el gol del título. Era.

Tras el nuevo empate se jugó un tercer duelo, en el Centenario de Montevideo. Finalmente Independiente se quedó con la Copa tras una definición en tiempo de alargue que el cuadro albo enfrentó con dos lesionados y un hombre menos, por expulsión de Herrera.

"Sólo un ciego no lo veía"

Otra de la Libertadores. 1996. Universidad de Chile buscaba el paso a la final del certamen continental ante River Plate. El partido de vuelta (2-2 en Santiago) se jugó en el Monumental de Buenos Aires, estadio que fue testigo del pésimo –y lamentable- arbitraje del ecuatoriano Alfredo Rodas.

Corría el minuto 35 del primer tiempo cuando el meta argentino Germán Burgos golpeó con los puños a Esteban Valencia, derribándolo. Claro penal. Para todos, menos para Rodas que dejó que la jugada siguiera interpretando erróneamente la ley de la ventaja.

No hubo dudas de que fue un error garrafal del juez. El Mercurio publicó tras el partido: "Eso fue sencillamente increíble, porque a menos que estuviera ciego es imposible que no haya visto la falta. ¿Que dio ley de la ventaja? Ridículo, absurdo, pues no hay mejor ocasión de gol que un lanzamiento desde los 12 pasos".

Los calificativos de "ladrón" llovieron sobre el ecuatoriano y salieron de bocas de todos, jugadores, técnico y dirigentes. La vergüenza se instaló en la prensa deportiva y el partido se sumó al historial de juegos que pudieron tener un final distinto.

Sin embargo, en la misma oportunidad hubo otro hecho que ensució el evento, nada menos que una semifinal de la Copa Libertadores. Víctor Hugo Castañeda, quien estuvo presente en el duelo, recuerda a Emol el episodio del control anti-doping: "Me pareció bastante extraño. A mí, junto con el Leo Rodríguez, nos pasearon por todos los pasillos del estadio (Monumental) para llegar a la sala del doping, y finalmente llegamos al lugar media hora después que finalizó el partido".

"Y le pregunté al tipo de la Confederación (Sudamericana) -continúa Castañeda- dónde estaban los jugadores de River y él me dice que ya habían orinado. Y nosotros nos demoramos cerca de dos horas en hacerlo. Es más, los frasquitos donde supuestamente guardaron las muestras de los argentinos, no estaban".

Para Italia con cariño

Mundial de Francia 1998. Chile no pudo comenzar de mejor manera su presentación en la máxima cita futbolística, con un elenco encabezado por las últimas dos grandes figuras del balompié nacional: Iván Zamorano y Marcelo Salas. Y eso que al frente estaba nada menos que la selección de Italia, con Christian Vieri y Roberto Baggio a la cabeza.

El 2-1 parcial a favor de Chile era tan increíble como fugaz. Pero estaba aconteciendo. Miles de chilenos frente a un televisor, otros tantos en el mismo estadio Parc des Lescure, de Burdeos, deseando que corrieran los minutos y el partido terminara.

Pero Chile era, una vez más, el "equipo chico". Minuto 85. Baggio perfila un centro por la derecha que da en la mano, pegada al cuerpo, del chileno Ronald Fuentes. El "12" de Italia era el nigeriano Lucien Bouchardeau, un nombre que se transformó en Chile en sinónimo de "ladrón", "sinvergüenza" y otros calificativos de mayor calibre.

El penal dio el empate a una selección que "no podía" iniciar el Mundial con una derrota. Y dejó a los chilenos con la impotencia y desilusión de saber que por cinco minutos no consiguieron un triunfo en una cita internacional. El "robo" fue incluso reconocido por la prensa italiana. El diario "La Repubblica" publicó que "no se puede pasar por alto el sincero agradecimiento al árbitro Bouchardeau, que gentilmente concedió penal a los 85 minutos".

No sólo los árbitros son injustos

La Copa Libertadores se demoró en llegar a manos chilenas. Y la vez que lo hizo fue sólo por un año, volviendo a alejarse de manera burlesca de las vitrinas de los clubes nacionales. En ocasiones se ha estado muy cerca, como en 1973 y 1996. En otras no tanto, pero de todas formas un club chileno fue víctima de acciones antideportivas que los perjudicaron.

Sucedió otra vez en 1989. Claro que –hay que precisar- esta vez no fue un árbitro, sino dos equipos de fútbol que urdieron una confabulación para eliminar a Colo Colo de la primera fase de la Copa.

El grupo 1 lo integraban Cobreloa, Olimpia y Sol de América (ambos de Paraguay) además del equipo popular. A la última fecha –se jugaba todos contra todos- Colo Colo llegó con 4 puntos, mientras los elencos foráneos tenían 2 y 6, respectivamente. Cobreloa lideraba con 7.

A la segunda fase clasificaban tres. En la última fecha Olimpia se enfrentaba a Sol de América, pero el partido se suspendió por un repentino apagón de luz en el estadio. Por esa razón se postergó hasta el día siguiente, cuando ambos elencos conocían del empate entre los cuadros chilenos (2-2). Calculando, determinaron que para que ambos clasificaran, debía ganar Olimpia por 5-4. Así dejaban fuera a Colo Colo por diferencia de gol.

Dicho y hecho. En la reanudación del partido, Olimpia se impuso por 5-4 y clasificó, junto a Sol de América a la fase siguiente.

Así como una vez aquel plantel de Colo Colo 1973 reconoció en una entrevista de El Mercurio, aquellos casi logros deportivos que por "extrañas circunstancias" terminan convirtiéndose en malos recuerdos demuestran que la justicia y el fútbol no están unidas de manera indisoluble.
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