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A River sólo lo ilusiona la Copa Libertadores

Merma en el rendimiento de jugadores clave, problemas internos, desgaste físico, moral baja y errores del propio entrenador Leonardo Astrada han influido en el rendimiento "millonario".

23 de Mayo de 2005 | 13:35 | DPA
BUENOS AIRES.- Hace un mes atrás, la vida le sonreía a River Plate: estaba en la cima del torneo Clausura argentino y ostentaba con orgullo su credencial de ser el mejor equipo en la Copa Libertadores, tras cinco victorias al hilo.

Pero ahora todo es diferente para el equipo de Leonardo Astrada, que no gana desde el 24 de abril (5-2 a Almagro) y que hilvanó desde entonces dos empates y cuatro derrotas consecutivas, la última de ellas, la más dolorosa, ante su archirrival Boca Juniors, por 2-1.

La derrota del domingo en el superclásico lo bajó de la pelea por el certamen local (quedó a seis puntos del líder Vélez, con cinco fechas por delante) y en la Libertadores debe dar vuelta el 2-1 en contra que sufrió la semana pasada ante la Liga Deportiva Universitaria (LDU) en Quito, para avanzar a cuartos.

¿Qué cambió desde abril a hoy? "Ojalá Dios sea justo algún día y, cuando merezcamos algo, nos ilumine para marcar la diferencia", dijo Astrada tras el traspié en La Bombonera, apelando al misticismo para explicar el mal momento de su equipo.

Es verdad que River, por su rendimiento, al menos mereció empatar el clásico, pero las razones de su mal momento parecen tener causas más "terrenales" que las apuntadas por Astrada: merma en el rendimiento de jugadores clave, problemas internos, desgaste físico, moral baja y errores del propio entrenador.

Entre marzo y abril, los "millonarios" disfrutaban de la mejor versión del conductor Marcelo Gallardo. Pero con el correr de los partidos, el ex del Mónaco comenzó a jugar más para sí mismo que para el equipo, y los sectores del periodismo que reclamaban su regreso a la selección nacional se llamaron a silencio.

Otras figuras de aquel "otro" River también parecen desconocidos. El goleador Ernesto Farías lleva una larga sequía de gritos (no marcó en todo mayo), y Luis González y Javier Mascherano, quienes fueron vendidos anticipadamente al exterior, muestran signos de cansancio y dosis de su calidad en cuentagotas.

Hubo un hecho clave: la pelea por cuestiones personales entre los centrales Horacio Ameli y Eduardo Tuzzio, otrora grandes amigos, trascendió a la prensa hace un par de semanas y dio un duro golpe a la cohesión del grupo.

Como resultado, Ameli ya no es el acostumbrado baluarte, y Tuzzio se perdió los últimos partidos, todo esto en el marco de una defensa que no ofrece demasiadas garantías, mucho menos cuando falta alguno de los cuatro titulares habituales.

Astrada -que lleva su segunda temporada en River, con apenas un título cosechado (Clausura 2004)- también empieza a ser cuestionado por algunas decisiones tácticas o de nombres.

Por ejemplo, parece difícil de comprender su insistencia por mandar a la cancha al chileno Marcelo Salas, abonado a permanentes lesiones y muy fuera de forma, o al colombiano Jairo Patiño, un jugador exquisito pero con pocas respuestas temperamentales en momentos decisivos.

Las respuestas anímicas del conjunto también están en duda, tal vez porque como suele decir el entrenador Carlos Bianchi "una derrota llama a otra derrota", y River había comenzado el año acostumbrado a festejar.

Tras quedar sin esperanzas en el Clausura, y perder el torneo "particular" que juega contra Boca cada semestre, a River sólo le queda apuntar todo los cañones a su principal objetivo, la Libertadores.

"Pondremos toda la carne en el asador en la Copa", admitió Astrada. El jueves, como local, buscará eliminar a LDU para meterse en cuartos del certamen continental. Si no lo logra, entonces sí bajará el telón para River y, probablemente, también para Astrada.
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