SEPANG, Malaisia.- Excéntrico, camaleónico, simpático, divertido y sobre todo, un gran talento encima de una moto. Así es el italiano Valentino Rossi, que hoy logró en Malaisia su cuarto título consecutivo de campeón del mundo en Moto GP y el séptimo de su carrera, un palmarés de un piloto excepcional que aún mantienen la frescura de un eterno adolescente.
Rossi, nacido en Urbino, se ha convertido ya a sus 26 años en una leyenda del motociclismo, un deporte que sobrevive gracias a su luz ante el glamour de la millonaria Fórmula 1.
El "doctor" se divierte pilotando y eso es lo que transmite, pero los rectores del mundo de las dos ruedas temen que "Vale", como le llaman sus amigos, se aburra tras haber ganado este año nueve de los 13 grandes premios y deje las motos en 2007 por el Mundial de rally o el de Fórmula 1, como se apunta desde hace meses.
Por ello se espera que con la llegada a Moto GP el próximo año del español Dani Pedrosa, Rossi encuentre nuevos incentivos en un duelo de igual a igual.
Debutó precisamente en Malaisia en 1996, con 17 años en 125 centímetros cúbicos, aunque a los 10 años ya era el más rápido de Italia encima de un kart. En 1997 ya era campeón del mundo, por lo que prosiguió su escalada a 250 cc. En 1998 fue subcampeón y en 1999 ganó su segundo título.
En 2000 cambió a 500 cc. donde fue subcampeón por detrás del estadounidense Kenny Roberts jr. En 2001 ya se adjudicó el último título de 500 con Honda. Luego llegó el cambio a Moto GP en 2002. Ganó el título y repitió en 2003.
Buscó un nuevo desafío: hacer campeón a Yamaha tras años de ostracismo, por lo que dejó la solvente Honda oficial. Muchos pronosticaron el fin de Rossi, pero el italiano demostró que el piloto a veces está por encima de la máquina y se alzó en 2004 con el título ante la desesperación de Honda. Hoy logró el segundo con Yamaha, para la que también correrá en 2006, y el quinto seguido. ¿Cuál será el nuevo reto?
Pero sus títulos aparecen trufados de sonrisas, frases locuaces de las que tanto escasean en el deporte y celebraciones excéntricas en las que aparecía en el podio disfrado de Robin Hood o de pollo o con bañador y chanclas para ir luego a la playa.
El doctor
Más allá de su carácter y su talento, sus colaboradores más cercanos saben que bajo los rizos de su cabellera y en su delgado cuerpo se esconde un profesional y un trabajador que sólo piensa en hacer mejor a la moto número "46" que conduce.
"Ahora soy más viejo, por lo que entiendo mejor lo que pasa", dijo cuando pasó a correr en 500 cc., dejando a un lado la adolescencia continua que siempe le persigue para darse más cuenta de sus gestas.
En 2001 pasó a autodenominarse "Il dottore". "Ya no es necesario ser un súperhéroe, hay que estar tranquilo y pensar las cosas, como un médico", explicó más maduro.
Pese a todo, mantiene su alma de Peter Pan, que es lo que le hace ser diferente a otros campeones como Wayne Rainey, Eddie Lawson o Mick Doohan. Su telegenia y "gancho", tan importantes en el mundo mediático de 2005, sólo encuentran parecido en Kevin Schwantz, su ídolo.
En mayo la Universidad de Urbino le entregó la láurea de honor por su "extraordinaria capacidad comunicativa y porque además de su talento, desprende simpatía, creatividad y una capacidad innata de imponer su personalidad e imagen, de crear espectáculo y teatralización".
Rossi reconoce las ventajas de la fama, pero se rebela si no le dejan disfrutar de su intimidad y de la tranquilidad de estar con su familia y amigos.
Su mejor cualidad dice que es la sinceridad y su defecto que siempre llega tarde, aunque eso nunca pasa en los crcuitos. "Con la vida que llevamos es mejor estar soltero", afirma un católico practicante reconocido y enamorado de Londres, donde vive, pero en la que hay cosas que echa de menos: "Tener a mi lado a una modelo brasileña de un metro ochenta".
"Soy una persona divertida que me gusta pasarlo bien", y lo demuestra. ¿Ya era así de niño? "Era un poco terremoto", reconoce. Y así sigue, para alegría de todos sus fans y del motociclismo.
