MELBOURNE.- "Nunca me había sentido tan mal en una cancha. Si hubiese jugado al 60 por ciento no tendría que haber perdido", fue lo primero que dijo el chileno Fernando González tras dejar al Abierto de Australia sin tenistas nacionales luego de caer hoy en primera ronda ante el estadounidense Alex Bogomolov.
González, que partía como el noveno favorito y es el duodécimo del ranking mundial, sucumbió en 4:05 horas por 4-6, 7-6(6), 6-3, 6-7(3) y 7-5 ante el número 202° del mundo, que entró al cuadro principal del primer Grand Slam del año a través de la fase previa.
El chileno no perdía en la primera ronda de un Grand Slam desde el US Open de 2004, y se mostró muy abatido. Según explicó, desde el primer momento se notó incómodo sobre el
rebound ace de la Margaret Court Arena, y todo ello pese al animoso apoyo de varias decenas de chilenos que no cesaron de gritar durante todo el partido.
Parte del problema residió en las molestias en el hombro que arrastra desde hace tiempo, y que le impidieron jugar con normalidad la pasada semana. "Llevo cuatro o cinco días sin hacer servicios, y mi juego se basa mucho en eso".
El saque, normalmente su mejor arma, fue sin duda el "caballo de batalla" del chileno ante Bogomolov. Terminó el partido con un pobre 55 por ciento de acierto, y lo condenó especialmente su segundo servicio: sólo ganó el 38 por ciento de los puntos disputados.
Y todo ello pese a que el partido fue caliente, de los que a él le gustan. En un momento Bogomolov le "dedicó" incluso uno de sus golpes ganadores, y González no ocultó su enfado. "En esos momentos uno dice cualquier cosa, pero luego se pasa y ya está", afirmó después en frío.
Apesadumbrado y cabizbajo, González se marchó hacia una noche complicada en la que no esperaba dormir mucho. "Hay que analizar qué pasó, pero lo mejor es olvidarlo", sentenció.
El otro representante chileno en Australia, Nicolás Massú, ya regresó hoy a Chile después de perder el lunes de una manera muy similar a la de González: en cinco sets y después de remontar dos parciales en contra. El verdugo de Massú fue el francés Gilles Simon, que se impuso en 3:53 horas por 7-6(6), 6-2, 3-6, 4-6 y 6-3.
Ni siquiera les quedará la opción otrora salvadora del dobles. Ambos decidieron no jugar juntos en Melbourne para proteger el hombro dañado y para mejorar las opciones individuales de González.