RANCAGUA.- Si Fernando González fue quien dio el primer bocado, definitivamente Nicolás Massú abrió el apetito de Chile en la serie de primera ronda del Grupo Mundial ante Eslovaquia, al completar ante Dominik Hrbaty otro triunfo maratónico, de esos que ya se transforman en tradición y, por qué no, en leyendas.
No fue un tenis macizo ni tampoco una técnica exquisita la que dejó a Massú con la victoria, escrita con parciales de 6-7(5), 6-3, 6-1 y 7-6(4), en un encuentro de largo aliento disputado en cuatro horas. Fue otra vez el corazón, la garra y ese ímpetu ganador lo que finalmente lo hizo derrotar a su rival.
La historia, como tantas otras veces, comenzó de forma adversa para Massú, cuando su rival logró imponerse en el primer set en un complicado
tie break por 7-5. El eslovaco, pese a que no metió constantemente su primer servicio, mostró todas sus cartas de juego de fondo con un derecho esquinado, doloroso para Massú, que una y otra vez tuvo que correr sobre las líneas para alcanzar las bolas.
El tropiezo inicial, lejos de poner cabizbajo al segundo raqueado nacional, le dio esa motivación extra que se sumó al apoyo incondicional y eufórico del masivo público presente en la medialuna Monumental de Rancagua. Así lo demostró el chileno de entrada, cuando quebró en el primer juego a su rival.
Massú repitió el rompimiento en el tercer juego, ayudado por dos doble faltas consecutivas de su rival, y tras ponerse 4-0 parecía tener solucionado el puzzle del segundo set. Hrbaty puso la cuota de suspenso al devolver un quiebre en el sexto y ponerse 4-2, pero la solvencia del tenis del jugador nacional terminó por primar con un nuevo quiebre en el juego decisivo para el 6-3.
Dos sets y dos horas de juego, que lentamente se comenzaron a hacer sentir en Hrbaty, quien en el transitar del tercer set debió pedir en dos ocasiones atención médica, presentando problemas específicamente en su brazo y hombro derechos.
Se notaba bajo al eslovaco, impreciso como nunca en el resto del partido e incluso víctima de cierto cúmulo de presión. No por nada en él se cifraban (y todavía se hace) todas las esperanzas del equipo eslovaco. El europeo se hundió en el cuarto juego cuando cometió dos doble faltas y luego dejó un fácil derecho en la red, que le costó un quiebre del que no podría levantarse. Massú no dejó pasar la ocasión y liquidó con todas sus armas, liquidando con otro quiebre para el 6-1, cuya expresividad queda moderada por el amplio tiempo de juego que le tomó a Massú poder amarrarlo: 53 minutos de acción.
La cuarta manga, a la postre de la decisiva, fue aún más vibrante que las restantes del partido. Massú se mostraba "prendido", tal como lo quería Hans Gildemeister, luchando cada bola y mostrándose especialmente aplicado con su saque. Tres "aces" consecutivos le daban la confianza necesaria para ganar su primer juego, hasta que llegó aquel cuarto capítulo que dejó todo en suspenso. Pero Massú se rehizo de inmediato y devolvió el quiebre al siguiente, sin darle tiempo a una eventual caída.
Massú, gritándose a sí mismo, volvió a ser la postal en el cierre de la manga. La cuenta estaba 5-6 y el chileno debía ganar su servicio para forzar el
tie break, pero el buen tenis de fondo de Hrbaty lo dejó 30-40, con un punto de set en contra y la posibilidad de que el partido volviera a estar igualmente cerca para los dos. Pero Massú otra vez rugió, encaró la presión y dio vuelta todo el escenario. No sólo llevó el set al desempate, sino que en él clavó por última vez su puñal, estableciendo el 7-4 que desató el júbilo total.
Ahora la serie podría cerrarse si este sábado el propio Massú (si juega) y González logran la victoria en el dobles. Pese a la experiencia de la dupla rival, para los chilenos volverá a jugar a su favor el fundamental apoyo masivo del público local. No por nada, Chile no ha perdido un partido en casa por Copa Davis desde el 2000. Y la racha puede continuar.