SANTIAGO.- Un joven corre raudo por los alrededores de la estación del Metro Universidad Católica. Viste ropa y zapatillas deportivas y avanza sobrepasando ágilmente las bancas en la plazoleta de las torres San Borja. De un momento a otro se sube sobre una pared y se lanza en una caída de más de tres metros hacia los estacionamientos subterráneos. Cae limpiamente y sigue su carrera.
Pareciera que esta escapando, pero está haciendo deporte. Es un "traceur" (trazador en francés), un especialista del Parkour, una disciplina definida como "el arte del desplazamiento" y que crece en adeptos en todo el mundo.
"No violencia, no competición, no grupos, no jefes", son parte de los conceptos tras este deporte nacido en Francia y que también es conocido como "Free running".
El Parkour, que significa "recorrido" en francés, consiste en correr, pero no de la manera común y corriente, sino que sobrepasando los obstáculos que impone la ciudad o el entorno natural: subiendo muros, saltando entre los techos, colgando de los árboles. Pero no basta con superarlos, hay que hacerlo con "técnica y fluidez", con una combinación entre estética y control, mientras se "traza" un recorrido propio.
Desde que fue creado por Sébastien Foucan y David Belle, el Parkour se ha expandido con la ayuda de Internet. A través de la red sus inventores han podido dar a conocer los fundamentos de la disciplina, los métodos de entrenamiento y la filosofía que crearon como sustento a su "arte".
Ambos se han transformado en unos superhéroes para miles de jóvenes europeos y algunas decenas de chilenos. Y es que Belle tiene el record de bajar por una fachada de un edificio de cuatro pisos en sólo 15 segundos y Foucan se lanzó una vez desde el mástil superior de un buque de guerra, una altura de nueve metros, y cayó limpiamente. "¡Ídolos!".
La génesis del Parkour
El verdadero creador del Parkour en realidad fue el padre de David Belle, un soldado vietnamita que vivía junto a su familia en Lisses, Francia. Para entretener a sus hijos durante las tardes aburridas les enseñó que todo era útil para pasarlo bien y que por ejemplo una mesa no sólo podía servirles para comer sino que también podían saltarla.
Este fue el comienzo, porque sus hijos y los amigos de estos, buscaron obstáculos cada vez más difíciles, ingeniando la forma de superarlos y desarrollando la técnica necesaria para "volar" sólo ayudados de sus zapatillas.
Una vez crecidos, David Belle y Sébastien Foucan llevaron el Parkour a otra dimensión. Influenciados por las artes marciales crearon una filosofía que sustentara su arte, patentaron movimientos y comenzaron a publicar los videos de sus proezas en Internet.
Al poco tiempo se expandió por Europa. Ellos comenzaron a ser requeridos por los medios y a protagonizar spots publicitarios que mostraban sus proezas. De un momento a otro se transformaron en los "maestros" de miles de seguidores.
Aunque ellos se esfuerzan en decir que el Parkour "no es un fenómeno de moda", no caben dudas que éste tiene todas las características de uno.
En Chile
Bastián Herrera tiene dieciocho años y es un eximió "traceur" chileno. "He llegado a saltar desde cinco metros de altura", dice orgulloso. Para lograr eso debe entrenarse todos los días de la semana.
"Partí hace como dos años", cuenta. "Antes era skater, pero me aburrí de eso y empecé a buscar otra cosa para hacer. En Internet encontré unos videos y caché el Parkour".
Como no conocía a nadie que supiera del Parkour, Bastián se lo empezó a mostrar a sus amigos del barrio para que estos lo acompañaran. Sin embargo, al poco tiempo desistieron.
"Por Internet fui conociendo más gente interesada y nos empezamos a juntar", relata. Así comenzaron a organizarse, crearon un
foro online y un fotolog y pactaron entrenamientos conjuntos tres veces a la semana además de "recorridos" por la ciudad.
La plaza de Pedro de Valdivia con Bilbao, los alrededores del Metro Universidad de Chile y El Cerro Santa Lucía, son los principales centros de reunión de los traceurs santiaguinos. Todos son lugares con suficientes obstáculos para entrenar los movimientos.
Bastián estima que en Santiago ya hay poco más de sesenta jóvenes practicando Parkour, todos fieles seguidores de los "mentores", Belle y Foucan: "¡Secos!".
Los riesgos
El riesgo es parte del Parkour, saltar de 5 metros de altitud y caer de mala forma puede tener seria consecuencias. Sus creadores lo advierten: "Este es un deporte potencialmente peligroso. Practicarlo sin la adecuada experiencia conlleva riesgos como lesiones irreversibles o la muerte".
Es por eso que en cada uno de los sitios web de Parkour que hay en Europa las recomendaciones de seguridad son muy remarcadas.
En dos años Bastián sólo ha sufrido dos lesiones leves. "Hice un mortal desde arriba de un árbol y al caer me esguincé una muñeca. Otra vez caí arriba de una piedra, estuve dos días sin poder moverme, pero al final no tenía nada", cuenta.
"La vida está hecha de obstáculos y desafíos. Superarlos es progresar”, dicen en los fundamentos de la disciplina traceur. "Si te haces hábil en el Parkour ganas algo para el resto de tu vida".
Foucan recuerda en su propio sitio web: "El Parkour no es un fenómeno de moda, es una evolución de la mente. Es aprender a seguir tu propio camino, aprender de tu intuición, encontrar tu punto de balance".