STUTTGART/MANAMA.- Michael Schumacher afronta en 2006 su año más crucial: a mitad de temporada decidirá si continúa en la Fórmula 1 o cierra la más brillante carrera de la historia, y todo depende de la competitividad de su Ferrari.
Si los bólidos rojos continúan hundidos en la mediocridad del año pasado y ven de lejos a otros luchar por los títulos, Schumacher podría elegir despedirse a los 37 años y con siete títulos mundiales en su bolsillo.
"No es necesario que conquistemos el título, pero debemos estar al menos en la lucha", condicionó el alemán su continuidad con la histórica marca del
cavallino rampante.
Después de acostumbrarse a las mieles del triunfo al encadenar cinco títulos de pilotos y seis de marcas consecutivos, la impotencia de 2005 dejó una huella imborrable. Nadie quiere un año como el pasado, confesó Schumacher su frustración.
El heptacampeón mundial terminó tercero la temporada, con menos de la mitad de puntos que el campeón, el español de Renault Fernando Alonso (62 por 133). Sólo sumó una victoria, y fue gracias a la farsa de Indianápolis, cuando los equipos de Michelin se negaron a competir y Ferrari se midió con Jordan y Minardi.
El orgullo del multicampeón está herido, y a pesar de siete títulos, 84 victorias, 69 vueltas rápidas en carrera, 1.248 puntos mundialistas, 22.256 kilómetros circulando en cabeza y otro enorme gue hambriento de éxitos.
Nunca es suficiente. Su discurso no varía, es el mismo ahora cuando pierde que antes cuando ganaba. "Mientras me siga divirtiendo, continuaré pilotando. Me encanta la competición, está dentro de mí", explica su motivación.
La clave se llama este año 248F1. Ferrari decidió abandonar su nomenclatura de los últimos años, y en lugar del F2006 eligió un nombre derivado exclusivamente de las nuevas normas, que obligan a motores de 2,4 litros y ocho cilindros en V, en lugar de los 3,0 litros y V10 que se usaban hasta ahora.
Los resultados en pretemporada no fueron espectaculares, pero sí esperanzadores, porque el motor parece estar cerca de los de McLaren-Mercedes, Renault y Honda.
Schumacher considera que Alonso es el favorito número uno para el título, aunque está seguro de sus habilidades y posibilidades. Al menos espera tener más opciones que las que otorga a su selección en el Mundial de fútbol de Alemania 2006, el acontecimiento del año en el mundo del deporte. "Tengo más confianza en mí mismo", admite entre risas.
El alemán está ansioso, como demuestra que anulase sus tradicionales vacaciones familiares en Noruega. En lugar de esquiar con su mujer Corinna y sus dos hijos, Gina Maria y Mick, se sentó en el bólido por primera vez en años ya en diciembre, ensayando con frío y lluvia.
Cuando no estaba pilotando, se lo podía encontrar en el gimnasio. Pese a que su condición física siempre fue la envidia del paddock, el alemán asegura haber subido una marcha más en su entrenamiento personal en pretemporada.
Quiere estar mejor preparado que nunca para cuando el fin de semana arranque la temporada en Bahrein. Pero también quiere dar ejemplo al equipo, dar ahora para poder exigir después. "Tenemos simplemente que trabajar todos más duro y más eficientemente. Hay sólo un objetivo, ganar el Mundial, especialmente después de un año con resultados tan pobres como 2005. Tenemos que demostrar que eso fue una excepción".
Si eso se cumple, su continuidad será cosa hecha. El presidente de FIAT, Luca di Montezemolo, y el jefe de Ferrari, el francés Jean Todt, desean fervientemente que continúe, y Schumacher, que llegó en 1996, está casi a punto de jurar fidelidad eterna a la casa de Maranello.
"Si continúo, puedo asegurar que será el 99,9 por ciento en Ferrari", sentencia. "No quiero mentir y nada en la vida es nunca al 100 por ciento. Pero veo mi futuro unido al de Ferrari".