MILAN.- Un gol marcado por el uruguayo Diego Forlán cuando aún no se cumplía el minuto de juego, es la "ventaja" que logró sacar el Villarreal de Manuel Pellegrini ante el Inter de Milán por los cuartos de final de la Liga de Campeones.
Porque pese a caer 2-1 (los goles interistas fueron obra de Adriano y Martins), al cuadro del técnico chileno le bastará con ganar 1-0 en la revancha que se jugará en El Madrigal para avanzar a las semifinales del torneo europeo.
La "Cenicienta" se llevó una derrota que frena su condición de imbatible en la Liga de Campeones, pero con un partido serio, sin perder la compostura y dejando en evidencia a un rival multimillonario pero con graves problemas de juego, se permite seguir soñando en una meta mayor.
El partido, en verdad, tuvo un inicio tan frenético como sorprendente: en apenas dos minutos llegó el gol del uruguayo
Diego Forlán (apenas cuarenta segundos del inicio), tras recoger un rechazo de Toldo a disparo de José Mari, que "robó la cartera a Samuel y Córdoba"; e inmediatamente, tras sacar de centro el Inter pudo empatar, en balón elevado por el brasileño Adriano sobre el meta uruguayo Viera, que sacó en la misma línea Javi Venta.
De ambas acciones, lógicamente, el gran beneficiado era el Villarreal, que lograba su sueño de marcar y adelantarse con uno de los goles más rápidos de la historia de la Liga de Campeones. Al conjunto español las cosas se le pintaban de fábula y José Mari se vengaba como "ex-milanista" en su vuelta a este estadio.
Pero la ventaja española duró poco. El Inter, con rabia y moviendo el balón con rapidez por banda derecha, donde Dejan Stankovic hacía del lesionado Figo, empezó a hacer muy pronto estragos en la defensa del Villarreal.
En una de estas acciones encontró el empate, obra de
Adriano (m.7), tras aprovecharse de un grave error en el despeje del boliviano Peña. El brasileño, que no anotaba en Liga de Campeones desde el pasado 6 de diciembre (en Glasgow) no sólo se desbloqueaba en Europa, sino que empezaba a dejar claro que este podía ser el partido de su renacer. No lo sería tanto, pese a estar más brillante que en anteriores encuentros.
Pasados unos minutos de agobio, el Villarreal empezó a tocar más el balón y con un Riquelme más activo, que empezó a ganar su particular duelo a distancia con Verón por el "10" de la selección argentina, se hizo propietario del esférico.
Esto permitió al conjunto español, serio, bien plantado y con buenas ayudas y que lograba ahogar el centro del campo rival, marcar el ritmo que mejor le conviene. Eran minutos en los que Riquelme recibía y tocaba sin que su marcador, su compatriota Esteban Cambiasso, le viera y en los que se permitió jugar el mayor tiempo en la zona del terreno interista.
El Inter, que antes de cumplirse la media hora retiró a Recoba (molestias en el muslo izquierdo tras un choque anterior con Peña) y puso en liza al veloz nigeriano Obafeme Martins, existía poco y no construía, pues Verón apenas aparecía y Cambiasso estaba demasiado volcado en su misión de secar a Riquelme. Tuvo que ser su capitán Javier Zanetti quien a base de garra y de sus galopadas hiciera despertar a su equipo.
Ello bastó para nivelar la contienda e, incluso, en los últimos minutos del primer tiempo ver un cierto agobio para la meta del Villarreal, que pudo encajar el segundo tanto en un remate de cabeza de Adriano (m.42) que se perdió fuera por poco. Y tres minutos después, el brasileño volvió a meter miedo en un saque de falta.
Pero al descanso se fue con un empate a un gol, que el Villarreal ya hubiera firmado antes del partido.
Todo cambió en el segundo tiempo, donde salió un Inter rabioso, con un Verón más protagonista y móvil y que dio más ritmo a su equipo incluso utilizando gestos gesticulantes con los brazos. Y nuevamente fue por la banda derecha del ataque interista por donde llegaron los males para el Villarreal.
Ahí inició Stankovic una acción personal que, tras un centro rasante, permitió a
Martins tocar el balón en el segundo palo y anotar el 2-1 (m.54). El Villarreal sufría y el técnico chileno Manuel Pellegrini intentó darle respiro reforzando la contención con la entrada de Quique Alvarez por César Arzo (m.60).
Pero el mayor oxígeno estuvo a punto de aportarlo Riquelme (m.63) con un saque directo de falta que vio
estrellarse el balón en el travesaño de la meta de un batido Toldo. No fue gol, pero sirvió para desacelerar al Inter y devolver a su equipo una mayor confianza.
Riquelme, apenas seis minutos después de su travesaño, pudo lograr la igualada, pero su disparo se perdió fuera por poco con otra vez Toldo ya batido.
La respuesta del técnico interista fue meter a Materazzi y quitar a un desapercibido brasileño César: pasaba a jugar con tres centrales, adelantando en banda las posiciones de Javier Zanetti y de Wome en el intento de romper por los laterales al rival. Cambiasso, además, adelantó más su posición y su equipo ganó.
Villarreal no sólo no perdió la compostura ni su orden, sino que incluso puede recriminar al colegiado dos caídas dentro del área, una de Sorín en disputa con Córdoba (m.83) y la otra de Guillermo Franco con Materazzi que dejan más de una duda sobre si fueron o no merecedoras de la pena máxima.
Al final, Villarreal cayó en Milán, dejó su condición de imbatible en la máxima competición continental, pero se lleva un resultado que le permite seguir soñando con alargar su proeza europea en la vuelta. Eso sí, deberá tener cuidado, pues afuera el Inter, un equipo mejor a la espera que cuando tiene que construir, es peligroso.
Inter de Milán: Toldo; Javier Zanetti, Córdoba, Samuel, Wome; Stankovic (Kily González, m.82), Verón, Cambiasso, César (Materazzi, m.69); Adriano y Recoba (Martins, m.28).
Villarreal: Viera; Javi Venta, Gonzalo, Peña, Sorin; Senna, César Arzo (Quique Alvarez, m.60); Román Riquelme, Calleja (Cazorla, m.87); José Mari (G. Franco, m.76) y Forlán.
Goles: 0-1. Min.1: Forlán, tras recoger un rechace de Toldo; 1-1. Min.7: Adriano, tras fallo de Peña; 2-1. Min.54: Martins, tras centro Stankovic.
Arbitro: Alain Sars, de Francia. Mostró cartulina amarilla a Recoba (m.28), Senna (m.33) y Verón (m.91).