ROMA.- Luciano Moggi, el ex director general de la Juventus, negó ante la Fiscalía de Nápoles, con voz trémula y quebrado por los sollozos, ser el "gran titiritero" del fútbol italiano, envuelto en un feroz escándalo de corrupción.
"Actué sólo para no ser aplastado por los poderes fuertes que son los que realmente mandan", afirmó Moggi en un pasaje del interrogatorio, que se extendió por más de cinco horas y que se desarrolló en un cuartel de los Carabineros de Roma.
El ex dirigente de Juventus argumentó que vive "un momento de gran cansancio y tristeza", pero que trató de "aclarar todas las cosas".
No obstante, reconoció que, dado el tiempo pasado, no le resulta fácil reconstruir sus afirmaciones en las escuchas telefónicas que desataron el escándalo, de coimas, arreglo de resultados y designaciones de árbitros.
Los jueces hicieron escuchar a Moggi tramos de esas conversaciones y anunciaron que volverán a citarlo, para ampliar las declaraciones y para permitirle "poner orden a sus ideas y recordar episodios y circunstancias".
Contrariamente a lo que declaró su abogado Paolo Trofino, no fue un interrogatorio "tranquilo y sin asperezas", ya que Moggi apareció profundamente conmocionado, no sólo por los cargos personales que se le hacen sino, también, por las acusaciones contra su hijo Alessandro.
Este último es acusado de "competencia ilícita con violencias y amenazas" por las actividades de la GEA World, la entidad dedicada a intermediaciones y transferencia de jugadores, que preside y que está siendo investigada por otra Fiscalía, la del Tribunal de Roma.
"Mi hijo es inocente", afirmó Moggi antes de romper en llanto que, según trascendió, fue interrumpido sólo cuando los magistrados, para calmar su conmoción, interrumpieron el interrogatorio y le ofrecieron un café.