SANTIAGO/PARÍS.- Por segunda vez en su historia y terminando con 14 años de espera, el Barcelona volvió a sentarse en el trono más alto del fútbol europeo, al superar en la final de la Liga de Campeones por 2-1 al Arsenal, derrumbando la mítica imbatilibilidad que los ingleses arrastraban por doce partidos.
El cuadro español debió sufrir y esperar hasta los últimos minutos del cotejo para decidir la final a su favor, pese a que jugó gran parte del partido con un hombre más por la expulsión del portero Jens Lehmann, que finalmente marcó el destino del cuadro inglés pese a la buena actuación de su reemplazante, Manuel Almunia.
El alemán debió presenciar como un espectador más la montaña rusa de emociones por la que pasó su equipo, luego de aquella jugada clave a los 19 minutos. El camerunés Samuel Eto'o entraba sólo por el medio y Lehmann sólo atinó a jugarse la vida, derribando al africano a las afueras del área. El balón siguió su curso y luego un compañero puso el balón en la red, pero el juez noruego Terje Hauge pitó con demora para anular la acción, cobrar la falta y sacar la primera tarjeta roja en la historia de las finales europeas.
Parecía que el partido se volcaba absolutamente a favor de los españoles, pero el panorama cambió para los ingleses a los 37 minutos, cuando el juez cobró una dudosa falta sobre Eboué al borde del área. Ejecutó Henry con maestría para poner el balón en la cabeza de Sol Campbell, quien con su brinco superó a toda la defensa y clavó el balón en la red español para el inesperado 1-0.
La tarea se tornaba ahora compleja para el Barcelona, que tendría que luchar contra lo que el Arsenal había hecho mejor durante todo el campeonato: defenderse. Sólo un tiro de Eto'o en el poste izquierdo puso en duda el resultado en los minutos finales de la primera etapa.
En el segundo lapso, comenzaron a moverse las fichas y el entrenador del Barcelona, Frank Fijkaard, hizo su mejor movida: puso al sueco Henrik Larsson en el campo de juego. Con el escandinavo en la cancha, llegaron las soluciones a todos los puzzles que ponían los ingleses en defensa.
A los 76 minutos, Larsson tuvo la genialidad para asistir a Eto'o sin siquiera tocar el balón. El sueco simplemente dejó pasar el balón que iba dirigido a sus pies, para que apareciera fantasmalmente el camerunés muy cerca del área chica, para liquidar entre poste y arquero en la jugada del empate. Punto final al invicto del Arsenal, que cerró su registro en 996 minutos sin encajar goles.
Así también acababa una cadena de sufrimiento y tensión para los hinchas españoles, que además ya habían visto en el segundo tiempo a Thierry Henry fallar dos claras ocasiones de gol, que bien podrían haberle puesto el sello al partido.
Los cánticos catalanes aún resonaban en el estadio Saint Denis, cuando cinco minutos más tarde el Barcelona dio su segunda estocada. Otra vez con Larsson como protagonista, cuando el veterano metió un pase entre dos rivales desde un costado para el ingreso del brasileño Belletti, quien con poco ángulo le pegó con todo entre los pies del portero Almunia, desatando un grito de gol que minutos más tarde se transformaría en un grito de campeón.
Arsenal quedó herido a muerte y nada pudo hacer para contrarrestar el juego del Barcelona, que se dedicó a mover el balón cuidadosamente en los minutos finales para evitar comprometer el resultado. La faena resultó a la perfección y, cuando el reloj marcaba tres minutos de adición, el sonido del silbato puso fin a la espera de los catalanes para poder volver a reinar en el fútbol europeo.