BRASILIA.- El Congreso brasileño aprobó la creación de una nueva lotería deportiva, Timemania, que buscará ayudar a los clubes a pagar su deuda de más de 500 millones de dólares con el Estado y a retener a sus principales estrellas.
"La Timemania permitirá que los clubes reestructuren sus finanzas para que en un futuro próximo puedan mantener sus estrellas jugando aquí", dijo el ex ministro de Deportes, el comunista Agnelo Queiroz, gran impulsor del proyecto.
La lotería, que será administrada por la Caja Económica Federal, fue la forma elegida por el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva para que los clubes puedan saldar las millonarias deudas que acumulan con el Estado brasileño.
Participarán de la Timemania 80 clubes de las tres divisiones del fútbol brasileño. El apostador podrá marcar diez equipos por fecha y, si todos sus elegidos ganan, se llevará el premio máximo.
También está prevista una apuesta llamada "equipo del corazón", una manera que los simpatizantes tendrán de ayudar a su propio equipo a superar crisis financieras. Cuando mayor el número de apuestas, más dinero recibe el club.
Según estimaciones, los clubes de fútbol brasileños acumularon en los últimos 20 años más de 500 millones de dólares en deudas con el fisco, con un fondo de garantías del trabajador y con el Instituto Nacional de Seguro Social.
Este fenómeno se produjo a pesar del crecimiento exponencial de las ventas de jugadores brasileños al exterior que, según datos del Banco Central, sólo en 2005 sumaron 158,2 millones de dólares.
El año pasado, un total de 807 futbolistas dejaron Brasil, según registros de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF). El principal destino fue Portugal, pero hay quienes fueron a países como Bahrein, Macedonia o Lituania.
La transferencia más grande fue la de Robinho, que pasó del Santos al Real Madrid por 30 millones de dólares.
La tendencia se mantuvo este año y, hasta el 29 de agosto, la CBF ya había registrado más de mil transferencias, 720 hacia el exterior, y 370 jugadores "repatriados".
Por su parte, el ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior informó que la venta de jugadores al exterior ya aparece como uno de los principales ítems en la balanza comercial brasileña.
Otros clubes realizaron asociaciones polémicas para evitar la bancarrota, como ocurrió hace unos años con ISL y Flamengo y ahora con el último campeón, Corinthians, con el grupo MSI, que se llevó de modo polémico a Inglaterra a los astros argentinos Carlos Tévez y Javier Mascherano.
El fútbol brasileño, máximo campeón de la FIFA, con cinco Copas Mundiales, sufre sin embargo una fuerte crisis económica, que en 2002 estuvo a punto de provocar la salida de Ricardo Teixeira, presidente de la Confederación local (CBF), acusado por el Congreso de graves cargos de corrupción, pero que logró mantener su lugar tras la conquista de Corea-Japón 2002.
Con la Timemania, el gobierno espera recaudar aproximadamente 250 millones de dólares al año, de los cuales el 22 por ciento serán utilizados para que los clubes reduzcan sus deudas.
Sólo el Botafogo, por ejemplo, uno de los equipos más populares de Río de Janeiro, debe más de 55 millones de dólares al Estado.
"Sin la Timemania, no tendríamos como honrar esa deuda con el gobierno. Y eso sería trágico, sería el primer paso para el cierre del club", dijo el presidente botafoguense, Bebeto de Freitas.
La deuda será negociada individualmente por cada equipo, con hasta 180 meses de plazo para su pago. En caso de que las parcelas mensuales recibidas por la lotería sean insuficientes, los equipos deberán apelar a recursos propios.
Todo dinero que supere la cuota mensual será entregado al club, que deberá asumir el compromiso de invertirlo en el desarrollo de sus divisiones juveniles.
El proyecto original del gobierno defendía un plazo de pago final de las deudas de 60 meses, pero los principales dirigentes de los equipos lograron extenderlo durante la negociación en el Congreso, que duró un año.