PARIS.- El ciclista escocés David Millar reconoció haber consumido EPO y testosterona entre 2000 y finales de 2003 para mejorar sus resultados deportivos, durante su declaración ante el Tribunal que juzga el llamado "caso Cofidis".
"Me dopé porque mi trabajo era llegar bien clasificado", aseguró el campeón del mundo contrarreloj de 2003, que en mayo pasado purgó una sanción de dos años impuesta por dopaje por la Federación Británica.
El ciclista, al que posteriormente desposeyeron de su título de campeón del mundo, relató que consiguió la EPO en Italia y España y reconoció haberla consumido antes del Mundial de 2003 disputado en la localidad canadiense de Hamilton.
"Uno se dopa porque es prisionero de sí mismo, de la gloria y del dinero. No estaba orgulloso de mí mismo", afirmó.
Acusó a su equipo, el Cofidis, de mirar para otro lado sobre las prácticas de dopaje de sus corredores, una afirmación que también sostuvo el francés Philippe Gaumont, muy crítico con una política deportiva que empuja al dopaje.
Millar y Gaumont declararon en la segunda jornada del juicio, después de que ayer lo hicieran Robert Sassone y el falso médico Boguslaw Madejak.
Massimiliano Lelli, Médéric Clain, Marek Rutkiewicz y Daniel Majewski también se sientan en el banquillo de los acusados, al igual que el director deportivo de una formación de tercera división, Oleg Kozlitine, y el farmacéutico parisiense Pierre Ben Yamin.
Están acusados de "infracción a los reglamentos sobre el comercio y el empleo de sustancias venenosas" y/o "incitación al uso de productos o procedimientos dopantes o ocultación por un deportistas que participa a una competición o a una manifestación deportiva".
Los principales acusados pueden ser castigados, por su parte, con un máximo también de dos años de prisión y 3.750 euros de multa por la adquisición o cesión de sustancias dopantes y 75.000 euros de multa por la incitación al dopaje.
Está previsto que el juicio quede visto para sentencia el próximo viernes y el tribunal podría haber pública su deliberación tres o cuatro semanas después.
La investigación de este nuevo asunto de dopaje en el ciclismo francés arrancó en la primavera de 2003 tras la recepción de una información anónima que señalaba a un médico de Cofidis, el polaco Boguslaw Madejak, como el centro de un tráfico de EPO.
A diferencia del caso Festina, el magistrado no detectó en Cofidis una red organizada de dopaje, sino "una suma de comportamientos individuales ilícitos en un medio fuertemente marcado por la toma de medicamentos y de sustancias prohibidas", según resume la requisitoria.