Franco Carraro, ex presidente de la Federación Italiana de Fútbol (FIGC), es uno de los que deberán pagar al estado italiano.
AP
ROMA.- El Estado italiano exigirá a quince personas involucradas en el escándalo de corrupción del calcio un resarcimiento de 120 millones de euros (US$ 153 millones) por su participación en el caso que provocó el descenso del campeón Juventus a la B.
La lista está encabezada por Franco Carraro, Innocenzo Mazzini y Francesco Ghirelli, ex presidente, vice y secretario, respectivamente, de la Federación Italiana de Fútbol (FIGC), todos ellos comprometidos en el escándalo.
También figuran el ex titular de la Asociación Italiana de Arbitros (AIA), Tullio Lanese, los designadores arbitrales Paolo Bérgamo y Pierluigi Pairetto y los árbitros Massimo De Santis y Gianluca Paparesta, acusados de integrar la red de corrupción que controlaba Luciano Moggi.
Moggi, ex director general de Juventus, igual que Antonio Giraudo, ex vice del club turinés, fueron excluídos, pues la lista sólo incluye a "personajes vinculados institucionalmente al Estado por su rol como dirigentes, árbitros y funcionarios en la FIGC, que depende del Comité Olímpico Internacional Italiano (CONI).
Moggi y Giraudo no prestaban "servicio público" al Estado, lo mismo que otros dirigentes de Fiorentina, Lazio y AC Milan, los otros tres clubes implicados en un escándalo que obligó a la FIGC a quitarle a Juventus su último scudetto, por fuertes sospechas sobre arreglo de partidos.
Las primeras sanciones del escándalo, luego atenuadas en sentencias siguientes, se produjeron de modo casi simultáneo con la conquista del Mundial de Alemania por parte de la selección "azzurra". El monto fue cuantificado por la Corte de Cuentas y lleva la firma del fiscal Ugo Montella, quien exigió a los acusados un resarcimiento de 100 millones de euros (US$ 127 millones) por haber dañado la "imagen" de la Liga y otros 20 millones por "mal servicio" y "lucro cesante".
El "mal servicio" provocó, según la acusación una "grave pérdida de credibilidad para el deporte" y el "lucro cesante" en la disminución del público que va a los estadios, con "daños de recaudación impositiva para el Estado". Todos los personajes están indagados por la Fiscalía General del Tribunal de Nápoles, por distintos ilícitos, que van desde la "asociación delictiva" hasta la estafa deportiva, entre otros y cuya causa sirvió de base a Montella.
También se pidió un resarcimiento de 2 millones de euros a la RAI (Radiotelevisión Italiana), cuyos dirigentes Ciro Venerato e Ignazio Scardina están acusados de haber distorsionado transmisiones futbolísticas por complicidad con Moggi.
El daño de imagen, en realidad, es "incalculable", dijo Montella, cuya acusación se completa con Maria Grazia Fazi, Cosimo Maria Ferri, Fabrizio Babini, Duccio Baglioni, Enrico Ceniccola y Claudio Puglisi, también incluídos en el escándalo.
El escándalo, afirmó Montella, minó la base de credibilidad del fútbol y la posiblidad de que el deporte más popular de Italia "pueda servir de ejemplo para los jovenes".
El reclamo suscitó sorpresa entre especialistas, sorprendidos por la inclusión de algunos nombres, como el de Cosimo Maria Ferri, el juez que había hablado de un presunto ilícito en el partido Lazio-Fiorentina y que jamás fue juzgado por la justicia deportiva.
La posición de Carraro suscitó también sorpresa, pues el ex presidente de la FIGC, inicialmente acusado y suspendido por cuatro años y seis meses, ganó apelaciones siguientes y hoy mismo el Colegio Arbitral del CONI le levantó toda suspensión, aunque mantuvo una multa de 80.000 euros (US$ 102 mil) en su contra.
El escándalo provocó a su vez la intervención del CONI a la FIGC, cuyo actual titular, Luca Pancalli, rechazó hoy que el nuevo gobierno de Romano Prodi haya influído en el gobierno del fútbol, ante quejas del Milan del ex premier Silvio Berlusconi.
"En 40 días que llevo en el cargo no sufrí presiones ni del mundo de la política ni del del deporte, trabajo en plena autonomía y en plena autonomía también me puedo equivocar", dijo Pancalli al refutar las críticas del Milan de Berlusconi, quien sugirió que los árbitros actúan ahora en contra de su equipo.