MADRID.- La nueva puesta en escena de Mahamadou Diarra, valiente por fin en la entrega y con presencia en la definición, fue la nota más interesante de la victoria del Real Madrid, que una vez más cumplió el expediente, esta vez ante el Racing de Santander, con un índice de eficacia espectacular.
El poderío aéreo de Sergio Ramos, con un gol que le sirve para reclamar su justa subida de sueldo, y el contragolpe como argumento clave, dieron puntos y calma a un equipo que a base de victorias gana autoestima. Lo peor para el Madrid, la expulsión de Guti en la recta final. Se le nota mucho, se le ven demasiado a Guti las patadas. Hay partidos que acaba con una falta y una tarjeta. Hoy se fue a la ducha antes de tiempo por una absurda entrada a Vitolo.
El Real Madrid, tras el gol de Sergio Ramos, jugó un buen rato con el freno de mano echado. Pensando en el Lyon, el rival del martes en la Liga de Campeones, los jugadores de Fabio Capello parecieron ahorrar energías. Todo cambió en el segundo tiempo. Capello, a buen seguro, una vez más, leyó la cartilla a su personal, y el Madrid jugó con mayor autoridad.
En el Rácing, Pedro Munitis es el jefe. Lo tira todo. Asume un protagonismo que sus compañeros respetan. Es admirable como el Rácing explota sus virtudes. Miguel Angel Portugal, desde el banquillo, lo tiene muy claro. Han encontrado a un nueve como Zigic, que es admirable. Es enorme y buen futbolista. Munitis y Oscar Serrano le buscaron siempre. En remate directo o tocando para una segunda jugada, Zigic dio mucha guerra a Helguera y a Cannavaro.
A los 21 minutos, el grandón serbio probó el buen momento de Iker Casillas. Hasta ese momento, el Real Madrid hizo veinte minutos potables. Con un golazo de Raúl, anulado por el árbitro, cuando el capitán elevaba ya su mirada al cielo para dedicar el tanto a Ferenc Puskas, un mito del madridismo.
El Madrid funcionó hasta que Guti y Reyes bajaron el pistón. Diarra, incluso, por fin se atrevió a tirar desde fuera del área. Distribuyó bien a los costados, asumió en suma más riesgo. A tres días de volver a saludar a sus ex compañeros del Lyon, Diarra mejora en todos los niveles.
Luego vino la reacción del Rácing. Con un libre directo, duro, seco y colocado al borde del área de Garay que atrapó Iker, de nuevo atento.
Tras el descanso, el Real Madrid llevó el mando. Diarra apareció eufórico y el Madrid se sintió a gusto al contragolpe. En uno de ellos, iniciado por Raúl y con una notable combinación de todo el equipo, José Antonio Reyes piso área y cuando Toño esperaba el pase al segundo palo, el sevillano sorprendió al meta del Rácing en el primero. El 2-0 hundió al Rácing.
Vitolo y David Aganzo fueron las alternativas de Miguel Angel Portugal para reflotar su equipo, que vio como Diarra rubricaba el partido con una excelente acción colectiva de todo el equipo, con pase final de Raúl a Diarra, que éste mandó a la red a bocajarro.
Vitolo ofreció mayor carisma al equipo. Con el ánimo de unos 3000 entusiastas racinguistas en el fondo sur, el Rácing dio la cara y acortó distancias con un soberbio lanzamiento del central Garay, en un libre directo. A tres del final, Iker sacó una mano de oro a tiro de Zigic, incansable todo el partido. Y en el último segundo, Munitis probó otra sin fortuna porque Iker firmó una noche inmensa. No se rindió nunca al Rácing que a balón parado puso detalles de gran clase.