La jugada 34 fue fatídica para el ruso Vladimir Kramnik. Un error de principiante le costó la primera derrota ante "Deep Fritz".
EFE
BONN.- Después de varios minutos de reflexión, Kramnik decidió que su movimiento 34 en la partido ante el computador "Deep Fritz" sería situar su dama negra en e3. Se levantó, tomó su taza de café y se puso a pasear encerrado en sus pensamientos, mientras el resto del mundo se asombraba y hasta los circuitos de silicio del ordenador se quedaron impactados.
Kramnik acababa de cometer en Bonn uno de los errores más graves que se recuerdan en la historia del juego-ciencia. Y lo hizo además en un enfrentamiento en el que prácticamente representa a la humanidad frente a la informática. Fue la dramática constatación de la existencia del error humano.
Anonadado por un mate relámpago, el campeón mundial no fue capaz de encontrar una explicación a su error. "Estaba jugando bien y lo tenía todo bajo control, hasta que cometí ese desgraciado error. En realidad hoy me sentía bien, calculaba las variantes sin problemas y tenía posición ventajosa. No me habia ocurrido un error así jamás en mi carrera", dijo apesadumbrado el ajedrecista de 31 años.
En el momento fatídico, el ruso estaba en posición mejor, con superioridad de peones en el flanco de dama, y se sentía ya ganador contra el cerebro electrónico "Deep Fritz", capaz de calcular varios millones de jugadas por segundo. Y entonces llegó el nefasto momento.
El gran maestro moscovita echó por la borda una brillante partida y extraodinaria posición con un increíble error -más bien una omisión- al no darse cuenta de que el adversario le amenazaba de muerte.
El más craso error en la historia del ajedrez podría haber sido impulsado por la obsesión inconsciente de Kramnik de forzar el cambio de damas. Con el movimiento De3, el ruso amenazaba jaque mate inevitable si el blanco no cambiaba las reinas.
Pero eso habría podido ocurrir si no fuera porque la dama blanca tenía una vía abierta. El movimiento de Kramnik fue como si un portero de fútbol abandonase el arco en dirección a la esquina del campo después de regalarle al delantero rival la pelota mansamente.
"Deep Fritz", sin duda un tanto sorprendido, no tuvo que hurgar más de un segundo en sus entrañas para hallar la respuesta más adecuada: dar mate al contrario colocando la dama en h7 defendida por un caballo.
Mucho se especulará sobre las causas del tremendo "lapsus" del campeón mundial. Quizás una de la explicaciones más plausibles sería el temor a la dama del adversario, pues con esa pieza la fuerza de "Deep Fritz", especialmente en posiciones abiertas, es devastadora.
Con la derrota de hoy, Kramnik ve mermadas sus esperanzas de triunfar en el duelo a seis partidas contra "Deep Fritz", con un millón de dólares en juego. La máquina va ahora delante por 1,5-0,5 puntos y mañana se celebrará la tercera partida. Pero lo que más dolerá al ruso será sin duda el enojo y la humillación.
Podría intentar verle el lado bueno, como la famosa máxima del gran maestro polaco de la primera mitad del siglo XX, Savielly Tartakower: "El ajedrez sobrevive gracias a los errores que se cometen jugando".
Pero también puede pensar que su fallo fue la confirmación de que la superioridad de la máquina sobre el hombre radica ante todo en que no conoce cansancio ni las emociones, que no se ve afectada por ninguna otra circunstancia que no sea el mero cálculo de probabilidades. Simplemente, que la máquina no comete errores humanos.