BARCELONA/MADRID.- El Barcelona, actual rey de la Liga de Campeones, se jugará mañana su futuro en la competición con un duelo total ante el Werder Bremen, del que sólo saldrá un clasificado para octavos de final.
El Barcelona está contra las cuerdas y sólo le sirve un triunfo en el Camp Nou para evitar la humillación que supondría convertirse en el primer campeón de Europa en quedar eliminado de la competición antes de las eliminatorias. En cualquier caso, el equipo de Frank Rijkaard se ve favorito y el aliento de un Camp Nou repleto refuerza su confianza.
El Barcelona cuenta con la estadística a su favor, pues no ha perdido nunca con el Werder Bremen y no cae en un partido en el Camp Nou desde el 22 de abril de 2003, cuando perdió por 2-1 ante la Juventus en la prórroga.
El partido se presenta enormemente atractivo porque se medirán dos equipos que no suelen especular con el resultado y que apuestan por un fútbol ofensivo. Además, en estos momentos ninguno de los dos se siente inferior al rival, por más que el Barcelona confíe en el valor añadido de jugar delante de una afición que gritará mucho.
Rijkaard sabe que la de mañana no es una cita cualquiera y para ello reservó a Ronaldinho en el último partido de la Liga española, saldado con empate a uno ante el Levante. Además, reaparece Rafael Márquez en el centro de la defensa tras superar sus molestias en un tobillo.
Salvo sorpresa, el técnico azulgrana apostará por su equipo más utilizado en el último mes, que incluye a Edmilson, Deco y Andrés Iniesta en la medular, y con Ronaldinho, Ludovic Giuly y Eidur Gudjohnsen en la delantera.
Pero nadie se fía de un Werder Bremen que recibe el partido en el mejor momento posible, reforzado por su último triunfo por 1-0 ante el Chelsea en la anterior jornada de la Liga de Campeones y por el liderato compartido de la Bundesliga.
El equipo alemán confía plenamente en el olfato goleador de Miroslav Klose, muy en forma en el último mes, y en la creatividad del brasileño Diego. En cambio, provocan inquietud su tendencia a la desconcentración en ciertos momentos de cada partido y la inconsistencia de su línea defensiva, la zona más endeble del equipo de Thomas Schaaf.
El Camp Nou presentará su primer gran lleno de la temporada porque el partido se está vendiendo desde hace días como "una final". Y lo cierto es que tal observación no está desencaminada: el equipo que pierda se queda fuera y a nadie la dolería más tal circunstancia que al actual campeón, al que ni siquiera le vale el empate.