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Santiago: Miércoles 14 de agosto del 2024 | Actualizado 16:11
Con la camiseta de la U enfrentando a Cobreloa. El delantero también pasó por el cuadro loíno.
Alex MorenoSANTIAGO.- Pedro González jugó profesionalmente desde los 16 a los 39 años. Son 23 años de carrera con altos y bajos, con 212 goles en la arena local, apenas tres menos que Francisco Chamaco Valdés, el goleador histórico de los torneos en Chile. "La verdad es que habría sido lindo, pero nunca jugué pensando en el récord. Sé que me habría nublado frente al arco si me obsesionaba, además que fue un tema que siempre le preocupó más a la prensa que a mí".
La historia comenzó en Valdivia. "Me acuerdo perfecto, tenía 16 años. Jugamos un cuadrangular con Colo Colo, la U y Osorno. Entré en el partido con Colo Colo e hice el gol del empate, después definimos a penales y ganamos". Para el Heidi, fue el comienzo: "Eso me dio el fútbol, poder cumplir mis sueños, ser campeón en un estadio lleno, que la gente cante tu nombre; cuando era niño y jugaba en un potrero soñaba con eso".
En la hora del balance, el goleador valdiviano no tiene dudas al elegir el momento más hermoso de su carrera: "Ser campeón con la U es lo más lindo que me pasó, es algo imborrable, el sueño de tu vida". Respecto de su mayor frustración, González cree que empatan "el no haber ido al Mundial de Francia '98, había aportado en la campaña previa. También no haber salido al extranjero, eso fue lo que me faltó para consolidar mi situación como futbolista".
A propósito de contratos millonarios, el ex goleador de la U aclara: "No me hice rico en esta carrera, pero tengo que agradecer que me dio todo lo que tengo. Pude ayudar a mi familia, especialmente a mi vieja que me apoyó mucho para que yo pudiera ser futbolista. Uno trata de retribuir, pero sientes que nunca es suficiente".
"No me arrepiento de nada"
La otra amargura de González es más reciente. No jugar por la U y ser escasamente citado en el semestre le dejó un gusto amargo. "Creo que me merecía algo mejor, cuando entré ayudé al equipo y lo hice bastante bien. No sé porqué Gustavo (Huerta) no me habrá dado más posibilidades. Si era por entrenar, es difícil que corriera más que un cabro de 20 años. En la cancha creo que puse lo mío".
Nunca buscó a Huerta para pedirle explicaciones, como tampoco habló con Acosta por quedarse fuera de la nómina de viajeros al Mundial. "Es que al final yo respeto las decisiones de los técnicos. Creo que no tiene sentido. En el caso de Huerta creo que le molestó mi llegada porque él no me pidió, supongo que eso fue".
"En todo caso, no me arrepiento de nada, yo quise volver a la U especialmente por el cariño de la gente, que nunca lo he dejado de sentir. No me arrepiento de haber vuelto, lo que me dio la gente no lo pago con nada", recalca.
Respecto de su futuro, Pedro González sabe que no podrá estar ni unas semanas alejado de las canchas. "Quiero mantener la forma, no voy a trabajar como técnico por ahora, pero me voy a preocupar para no sacar panza. Ya tengo ofertas de varias ligas, así que lo más probable es que en marzo ya esté jugando nuevamente".
Este jueves 21 de diciembre los hinchas de la U tendrán la chance de darle el adiós al goleador que fue campeón con la camieta azul en 1999 y 2000. El partido enfrantará a la U 2006, en la que no faltará nadie ("estará hasta Marcelo (Salas), que me dio el OK hace varios días"), con el equipo del '99 y 2000. Está Sergio Vargas, Ricardo Rojas, Mauricio Aros, Leo Rodríguez, Flavio Maestri, Arilson, Pedro Reyes, mi compadre Manteca (Ricardo González), van a estar todos.
La idea es que también juegue, aunque sea algunos minutos, el sucesor del zurdo: "Invitamos a mi hijo Pedro, tiene 13 años y juega de ocho, es una suerte de lanzador, es muy bueno técnicamente y la idea es que juegue en contra mía".
Los precios de las entradas van desde tres mil pesos para una general (Galería y Andes) hasta 10 mil la Tribuna.
En el Estadio Nacional se estará vendiendo además un DVD con todos los goles del artillero con la casaquilla de la U. El precio será de mil pesos.
Pedro González era un jugador fuerte, guapo, de esos que no se quejan con los golpes. Además de su letal enganche y cambio de ritmo, su ferocidad para proteger el balón era su marca registrada. "¿La mejor patada? No me acuerdo de ninguna. De un combo no me voy a olvidar nunca, me lo pegó mi compadre Manteca.
"Yo jugaba por Coquimbo y él por Unión Española. Me llamó esa semana y me preguntó cómo estaba. Mal, le respondí, tengo un lumbago que no me deja moverme, no aguanto el dolor, no creo que juegue. Días después lo llamé y le dije que sí iba, 'me hicieron un buen masaje y voy a jugar bien vendado', le dije.
"El día del partido le estaba dando un baile al Manteca, tanto que su técnico lo recriminó varias veces. Al comienzo del segundo tiempo este desgraciado me pegó un combo con toda su fuerza en la espalda, el árbitro no lo vio. Yo me fui en camilla y no pude seguir".
Pero la historia no paró ahí. "La revancha me la tomé en la segunda rueda, en Coquimbo. Manteca pasó por el lado mío y le metí el cuerpo con toda mi fuerza. El caballazo fue tan grande que este hueón fue a parar a la pista, que en ese tiempo era de ceniza. Ahí quedó, enterrado el Manteca González, ja, ja, ja".
