MADRID.- El Real Madrid solventó con problemas la visita del Nástic y ganó sin brillantez un partido en el tuvo superioridad numérica y que sólo supo resolver en el segundo tiempo cuando su rival pagó su enorme derroche físico.
Robinho y Raúl firmaron un triunfo con poco crédito. Se esperaba más del equipo de Fabio Capello, que en casa sigue sin convencer y sin agradar a sus fieles.
El Real Madrid se presentaba con el 'cuentakilómetros' a cero. Partía de nuevas, con el bálsamo que le dio el empate en el Camp Nou. Un empate que supo a victoria y que ayudó a llenar el Bernabéu dentro de una campaña de apoyo de su gente que intentó ayudar a su equipo en la grada hasta que se desinfló por el mal fútbol que exhibió el equipo.
Al Real Madrid le pasó factura el 0-4 de ayer. El gesto de autoridad del Barcelona en Huelva restó energía al equipo de Fabio Capello.
El Nástic perdió a César Navas por expulsión a los ocho minutos. Mejor no podía comenzar el partido para el Real Madrid. Pero ni con ventaja numérica en el campo pudo el Madrid pintarle la cara a un Nástic, que pelea con orgullo por salir del infierno del descenso.
Tuvo mérito, mucho mérito, el equipo de Paco Flores. Aguantó con diez y sin miedo intentó el contragolpe con rabia. Protagonista fue David Cuéllar, un tiro en la banda izquierda del Nástic, un equipo al que se le vio comprometido, unido y con ilusión. Dio siempre la cara en el Bernabéu.
El Madrid no tuvo nunca fútbol en el primer tramo. Jugando con toda su maquinaria ofensiva de inicio. Guti, Raúl, Higuaín, Cassano y Van Nistelrooy. Más ataque imposible, pero sin ritmo, sin velocidad de transición, con un juego previsible.
No lució Guti y el Madrid le echa de menos el día que no está. Higuaín tampoco puso verticalidad, Cassano no dio ni un pase de gol. Raúl y Van Nistelrooy tampoco tuvieron una gran noche.
Con pitos y enfado del personal, el Madrid se retiró con una tristeza inusual al vestuario. El Nástic, con diez, aguantó con jerarquía. Tras el descanso, Fabio Capello cambió el dibujo. Cassano se quedó en la caseta. Le suplió Robinho. Higuaín dejó la banda y actuó por detrás de Van Nistelrooy.
Llegó más el Madrid. Y en una acción repleta de imprecisiones ofensivas a los 56 minutos, Robinho marcó a placer el 1-0. El brasileño se lo dedicó en la banda a su compatriota Emerson, que estaba en el banco.
Robinho, ausente casi siempre en el Bernabéu, subió su autoestima con el gol y se atrevió incluso a lanzar desde fuera del área. Un balón espléndido lo mandó luego al palo. Robinho se dio cuenta del bajón físico del Nástic y comenzó a castigar a Bizzarri desde fuera del área.
Higuaín, en cambio, estuvo desafortunado. Se encontró con tres ocasiones claras en el rechazo de Bizzarri y las mandó todas fuera. A Higuaín se le nubla la vista en cuanto ve al portero en el Bernabéu.
No existió el Nástic ya en la última media hora. Fundido físicamente por el esfuerzo, el equipo de Paco Flores tuvo fe. Prueba de ello es el hermoso control en el área de Rubén Castro en el minuto 74. Su golpe con efecto se le fue por muy poco.El partido se partió en dos. Fue un correcalles con dos equipos rotos. Y repleto de errores e imprecisiones.
Muy castigados, como si se tratara de una final o un encuentro de Copa con el KO al fondo, Nástic y Real Madrid firmaron un partido para el olvido.
Eso sí, con el carrusel de cambios, Raúl jugó por fin un ratito de delantero y de inmediato contribuyó al 2-0, que acabó marcando en propia meta David García.