SANTIAGO.- Un viaje al corazón de África. Eso es lo que emprendieron un grupo de jóvenes tenistas chilenos durante un mes. La tarea: sumar los puntos necesarios para progresar en el ranking de la ATP y aspirar a jugar torneos de un nivel cada vez mayor.
Los jugadores Guillermo Hormazábal (536°) y Hans Podlipnik (1.061°), además del entrenador Arturo Palma, emprendieron el viaje que después de innúmeras conexiones, llegó a destino.
Tras cuatro días de viaje, llegaron a Nigeria. Ciudad Benin los recibió con la bofetada de la miseria retratada en cada casa, en las esquinas sin semáforos, en las pandillas que pululan por las calles, en el hotel custodiado por militares con metralleta.
"Nunca sentí miedo, yo por lo menos. Creo que fue bueno haber ido juntos, porque así no nos pasábamos muchas películas. Estábamos ahí, teníamos que aprovecharlo lo más posible, ganar. Siento que lo logré, el lunes voy a aparecer 920 o 930, o sea que mejoré casi 400 lugares en singles y como 700 en dobles", cuenta orgulloso, ya de regreso en Santiago.
Tras dos semanas en Nigeria, hicieron las maletas y partieron a Accra, en Ghana, donde la realidad era distinta. "Era bastante más moderno, había edificios, autos más modernos, semáforos", recuerda Podlipnik, a quién nunca se le olvidará la manera en que se transportaba en Ciudad Benin.
"No había taxis... o sea, había, pero los taxis eran unas motos que te llevaban donde tu quisieras. Como ya sabían que en el hotel había tenistas, pasaban por ahí y te llevaban al club por menos de un dólar. Regateábamos en eso", recuerda.
Los viajes futuros
Respecto de la experiencia en Nigeria y Ghana, Hans Podlipnik siente que era un paso necesario. "Era una buena forma de progresar en el ranking, espero no tener que volver a jugar en África. Jugar viendo tanta miseria es chocante, es difícil lo que se vive. Espero tener suficiente ranking para jugar torneos cada vez mayores", analiza el jugador de 19 años.
Podlipnik siente que de mano de Arturo Palma ha progresado mucho. "Él tiene mucha experiencia. Viajó con el Chino, con Massú, trabajó en Bolletieri. He estado tomando cosas de él y me ha ayudado mucho", cuenta el tenista capitalino. "Lo otro que me ayudó mucho este año fue haber entrenado con Fernando (González), Nicolás (Massú) y Paul (Capdeville), crecí mucho esas semanas", agrega.
Luego de entrenar en Chile por espacio de tres semanas, partirá de gira por Sudamérica. "Voy a jugar un Futuro de 10 mil dólares en Argentina, más de tres de 15 mil dólares en Colombia. Ya jugué ahí el año pasado, saqué mi primer punto, así que tengo que defender", dice sonriendo, consciente de que este año tiene tenis para aspirar a algo más.
"Siento que con los tipos que están 500 estoy mano a mano, puedo ganarles a todos. Me siento con mucha confianza para pasar qualys y ganar partidos. Esta confianza no la tenía cuando era junior, siento que estoy jugando más inteligente, mejor en todos los golpes, estoy más fuerte también", analiza Podlipnik, feliz por su actual nivel.
"Espero que el segundo semestre ya pueda estar jugando clasificaciones de los challengers, me tengo mucha confianza y sé que tengo que jugármela para ir a buscar ahí los puntos. No quiero que me pase lo de otros jugadores, que por un poquito de miedo a ese nivel se quedan pegados eternamente en los Futuros", advierte.
Respecto de los riesgos, Podlipnik sabe que él tema seguridad no era menor. "Tuvimos que tomarnos las pastillas contra la malaria, nos vacunamos y partimos. Balazos escuché muy pocos y bien a lo lejos, peleas si había en la calle, uno las podía escuchar de arriba. Un indio se tuvo que devoler con malaria, no pudo jugar, y un inglés se fue, pero de puro miedo", narra.
El club te daba una sensación de inseguridad, porque era público, podía entrar cualquiera. Un día estaba jugando y escuché gritos, andaba un nigeriano enorme que jugaba fútbol americano en Estados Unidos, era un gallo famoso. Y desde fuera del club llegó una pandilla que metió a este gigante en una oficina para pegarle. No supimos por qué. el escándalo fue tal que se pararon los partidos un rato", cuenta aún sorprendido.
La última fue la del supervisor del torneo, al que casi lo secuestran de las puertas del club. "Como experiencia fue realmente increíble, creces como persona porque no sólo sirve como jugador, esta fue una experiencia de vida".