VILLARREAL.- Con Matías Fernández en cancha hasta el minuto 80 el Villarreal cayó por la cuenta mínima ante el Atlético de Madrid en un partido el que logró su tanto en una acción muy protestada puesto que el remate del brasileño Fabiano Eller se produjo cuando el mexicano Guille Franco estaba caído y lesionado en el área, y en el que Torres falló un penal en el minuto 86.
La acción del gol fue muy protestada por los jugadores locales al considerar que el rival debía haber lanzado el balón fuera o el árbitro detenido el juego, pero no ocurrió ni una ni otra cosa y el gol subió al marcador.
El penal se produjo por una falta del francés Robert Pires, que fue expulsado, a Gabi, quien avanzaba en solitario hacia la meta del uruguayo Viera. Fernando Torres lanzó y Viera, en una gran intervención, desvió la pelota.
El arranque del encuentro mostró a un Villarreal decidido, capaz de aproximarse con peligro a la meta del argentino Leo Franco y que en el minuto 12 dispuso de una acción clara para marcar por medio de Josico un gol como los que el sábado hicieron Milito para el Zaragoza o Gabilondo para el Athletic.
Ahí acabó la fortaleza local en el tramo inicial del encuentro, ya que a partir de esa jugada, el Atlético de Madrid empezó a controlar el juego con aproximaciones cada vez más frecuentes a la meta de un desconcertado Viera.
Cuando llegó el 0-1, el equipo madrileño ya dominaba el encuentro, lo que no impidió que la jugada del tanto de Fabiano Eller estuvo marcada por la polémica. Cuando el jugador brasileño remató de cabeza, el futbolista local Guille Franco llevaba algún tiempo tendido en el área pequeña de su equipo.
Los jugadores del Atlético de Madrid no decidieron enviar el balón fuera y el centro del Kun Agüero fue rematado sin oposición a gol. El colegiado no había considerado que el alcance de la lesión de Franco justificara la interrupción del juego. Los futbolistas discutieron entre ellos, el público empezó a pitar y el gol subió al marcador.
Esta acción espoleó a un Villarreal adormecido hasta entonces. La intensidad del fútbol del equipo local creció. Del gol al descanso, el Atlético apenas existió, pero el dominio del Villarreal no estuvo acompañado de la claridad suficiente como para empatar el encuentro.
Tras el descanso, el partido se serenó y el Atlético recuperó el control del juego, ahora, además, con más espacios para salir con comodidad al contragolpe.
A medida que avanzaban los minutos, el partido se ponía más de cara al equipo madrileño, tanto por las imprecisiones del Villarreal como por las casa vez más constantes penetraciones del Atlético de Madrid, sobre todo en jugadas de Fernando Torres, que escorado a la banda izquierda, superaba con frecuencia a la defensa rival.
Las entradas de Costinha y Pernía por Agüero y Jurado fueron una declaración de intenciones. El Atlético se replegó en su parcela y permitió el dominio absoluto del rival confiado en que los balones lanzados al área desde fuera no le iban a crear peligro, daba la fortaleza aérea de sus jugadores.
El final del encuentro fue muy emocionante, no sólo por la jugada del penal, sino por las alternativas ante ambas porterías, aunque ninguna de ellas supusiera una clara oportunidad de gol.