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Hoy se cumplen 25 años sin uno de los pilotos más carismáticos de la F1

El 8 de mayo de 1982 falleció el canadiense Gilles Villeneuve, leyenda del automovilismo mundial.

08 de Mayo de 2007 | 12:25 | EFE

MADRID.- El canadiense Gilles Villeneuve, de cuyo fallecimiento se cumplen hoy 25 años, fue uno de los pilotos más carismáticos en la historia de la Fórmula Uno, por su dominio excepcional de los monopostos que lo llevó a protagonizar hazañas que han entrado en la leyenda.


Su memorable duelo durante las tres últimas vueltas del Gran Premio de Francia de 1979 con el francés Didier Pironi (Renault), en el que lucharon rueda contra rueda por el segundo puesto en una carrera que parecía de Scalextric, o su victoria en el Gran Premio de España de 1982, con cuatro coches a su espalda tratando de adelantarle, durante mas de cincuenta vueltas, han engrandecido su leyenda.


Villeneuve siempre conducía al límite y él mismo, en broma, manifestó un día: "Dadme un coche de pedales, o un misil o algo que se mueva, y lo llevaré al límite". Ésa era la filosofía de las carreras y de la vida de este canadiense que nació el 18 de enero de 1950 en Chambly.


Campeón de Canadá de motos de nieve, en su posterior paso a las cuatro ruedas ganó el campeonato norteamericano de Fórmula Atlantic, y debutó en Fórmula Uno al volante de un Mclaren M23 Ford en el Gran Premio de Gran Bretaña de 1977, en el que ya impresionó en los entrenamientos.


Enzo Ferrari, que buscaba un piloto para sustituir al austríaco Niki Lauda, escuchó las recomendaciones de su ex piloto Chris Amon y, en su libro "Pilotos, qué gente", decía: "Tomé la decisión de contratarlo, inducido por la convicción de que con la preparación adecuada es posible, si existe predisposición y talento natural, 'construir' un piloto".


"Ha sido el campeón de la combatividad y ha regalado y dado a Ferrari tanta notoriedad... Lo quería mucho", termina diciendo Enzo ferrari sobre este piloto.


Su primera victoria la logró ante su público en el Gran Premio de Canadá de 1978. Al año siguiente se impuso en África del Sur y en las pruebas corridas en Estados Unidos, en Long Beach y Watkins Glenn.


Su dos últimas victorias fueron espectaculares. En el Gran Premio de Mónaco al adelantar a Alan Jones (Williams-Ford) a seis vueltas del final de la prueba, y en España con los cinco primeros clasificados en tan sólo un segundo y medio.


El principio del fin


El Gran premio de San Marino de 1982, boicoteado por la Asociación de Constructores (FOCA) y con sólo 14 coches en pista, fue el principio del fin para Gilles Villeneuve. Tras el abandono del Renault de René Arnoux, el canadiense dominaba la prueba pero a dos vueltas del final su compañero Didier Pironi lo superó.


Gilles creía que con esa maniobra se trataba de dar espectáculo al público y volvió a recuperar su primer puesto, pero en la última vuelta Pironi volvió a adelantarlo y le cerró todos los espacios hasta quedarse con la carrera.


Aquello fue considerado por Villeneuve como una traición: "Como con Jody Schekter en 1979, Didier y yo teníamos un acuerdo que era el de pilotar para terminar la carrera y de no adelantar si el otro iba primero".


"En Monza en 1979 he perdido el campeonato del mundo por respetar este acuerdo. Podría haber adelantado a Jody en varias ocasiones, pero no lo he hecho", manifestó el canadiense, que desde entonces sólo tenía un objetivo, quedar por delante de Pironí.


En el Gran Premio de Bélgica, cuando faltaban quince minutos para el final de la sesión de clasificación del sábado 8 de mayo de 1982, Gilles ocupaba la cuarta posición por detrás de los Renault de Alain Prost y René Arnoux y de... Didier Pironi.


Había dado varias vueltas con su último juego de neumáticos y no había logrado mejorar su tiempo. Al iniciar su última vuelta al circuito, llegó a la curva de Terlamenbocht a 225 km/h, donde circulaba el March Ford del alemán Jochen Mass, que se apartó a la derecha para dejarle paso.


Sin embargo Villeneuve no pudo evitar la colisión, se subió por la rueda trasera izquierda del coche de Mass y el Ferrari voló dando varias vueltas de campana en una de las cuales salió despedido el piloto canadiense con el asiento atado por los cinturones de seguridad.


Su cuerpo quedó junto a una redes de protección a una veintena de metros de donde se habían detenido los restos de su coche y falleciendo a las 22:12 horas en el hospital de St. Raphael.


Veinticinco años después de su muerte, la memoria de Gilles Villeneuve sigue viva entre los aficionados de la Fórmula Uno y lo que no pudo conseguir en su corta carrera, lo hizo su hijo Jaques, que cuando falleció su padre contaba con 11 años de edad, al proclamarse campeón del mundo en 1997.

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