MADRID.- La Real Sociedad sigue respirando en Primera, tras la victoria conseguida en Tarragona ante un Nàstic que dio muestras de ser un equipo sin recursos, y que se hunde de forma definitiva en la clasificación, y prácticamente certifica su descenso de categoría.
El portero chileno Claudio Bravo fue titular y tuvo una jornada regular. Tapó mano a mano y tiros increíbles, pero falló en algunos balones de juego aéreo.
El equipo de Lotina fue mejor a lo largo de los noventa minutos, y sólo sufrió en los primeros compases de la segunda mitad. El resto del encuentro lo jugó a placer, dando evidencia de que no será fácil arrebatarle la categoría.
La primera aproximación del partido fue para los de Lotina. La Real atacaba por la izquierda, y un balón al área de Rekarte era rematado por Aramburu a la izquierda de Rubén. Los donostiarras intentaban hacerse con el control del partido, siempre con el permiso de un Nàstic poco motivado.
Portillo tuvo en sus botas el primero para los locales, fusilando a Bravo, pero el portero respondió a la perfección. Un minuto después fue Rubén Castro quien lo puso a prueba, y nuevamente el arquero se las ingenió para tocar el esférico lo suficiente como para que el balón no entrara cuando se cantaba el gol.
Con estas dos ocasiones los locales despertaban del letargo inicial y se enchufaban en un partido que estaba bonito, con ritmo y con ataque por parte de ambos conjuntos.
El partido olía a goles, y la Real fue la primera que quiso apuntarse a la fiesta. Rekarte botó una falta desde la izquierda, la defensa no supo cómo despejarla, y Garitano, que entraba en el segundo palo, batió a Rubén.
Fue la Real quien tuvo el segundo gol en sus botas. Savio llevó un contragolpe veloz por la banda derecha, y puso el balón en el punto de penal ante la entrada de Herrera, pero Navas esta vez estuvo más rápido que el delantero donostiarra, atajando el esférico.
Pero no tardó demasiado en llegar la rúbrica visitante. Savio cogió un balón en el vértice del área, desde la derecha, y su zurdazo se coló por la escuadra de la portería. Prácticamente sentenciaban los de Lotina.
Los jugadores locales decidieron en ese preciso instante que no querían bajar los brazos tan pronto, y tuvo que ser el amor propio de Portillo el que tirara del carro. El de Aranjuez cogió el balón en el vértice izquierdo del área, y desde allí empalmó un zurdazo y la pelota se coló en el fondo de la portería de Bravo. Había partido.
Rubén Castro tuvo nuevamente el gol minutos después. Bravo no estaba en su día al momento de atrapar el esférico, y sus constantes imprecisiones supusieron hasta dos ocasiones para los locales, aunque finalmente el arquero supo despejar el peligro.
La primera oportunidad de la segunda mitad fue para los locales, cuando Merino remató a bocajarro un centro de Calvo, que Bravo supo rechazar. Daba la impresión que el Nàstic quería salir a por el empate de forma decidida. Minutos después, el propio Merino enviaba el balón al palo desde el área pequeña.
La diana definitiva llegó a veinte minutos para el final del encuentro. Rekarte lanzó una falta desde la izquierda de su ataque, enviándola hacia el segundo palo, donde estaba Garitano. Éste la puso de cabeza hacia el área pequeña, donde Ansotegui remataba al fondo de la red. El Nou Estadi enmudecía y quedaba sin capacidad de reacción, ni siquiera para recriminarle a su equipo una nueva derrota, la de la confirmación del descenso virtual.