BELGRADO.- Mientras que la serbia Ana Ivanovic disputa hoy la final de Roland Garros contra la belga Justine Henin, el mundo entero se pregunta por el origen del milagroso auge del tenis serbio, lo que quedó demostrado esta semana con tres semifinalistas en el Gran Slam parisino.
Y es que Serbia, un país balcánico empobrecido que protagonizó en los años 1990 los más sangrientos conflictos de la Europa de la posguerra, tiene una infraestructura tenística más que limitada.
No obstante, en un abrir y cerrar de ojos, los tenistas serbios se han convertido en una potencia mundial.
Ivanovic (19 años) es número siete, Jelena Jankovic (22 años), número cuatro, y entre los hombres, Novak Djokovic (20 años) es el actual número cinco del mundo.
Jankovic y Djokovic también alcanzaron las semifinales de París, donde perdieron contra Henin y Rafa Nadal, respectivamente.
El reciente éxito de los tenistas serbios no deja de sorprender, si se tiene en cuenta que hasta hace poco el tenis no figuraba entre los deportes más populares en esta ex república yugoslava.
Este deporte apenas se podía comparar con los éxitos y la atención mediática dedicada a baloncesto, balonmano, fútbol, voleibol o waterpolo, pero hoy en día es el deporte que más da que hablar en las calles de Belgrado y otras ciudades serbias.
Fue en julio del 2006 cuando Djokovic aseguró tras ganar el Abierto de Croacia en Umag ante el español Carlos Moyá que su intención era convertirse "en número 1 del mundo lo antes posibles".
"A ver si se mete en los primeros 10", comentó entonces un Moyá un tanto sorprendido ante la arrogancia del serbio.
Y, de hecho, Djokovic alcanzó la meta propuesta por Moyá en marzo y ya es quinto.
El secreto del éxito serbio es con toda seguridad el empeño incansable de familias entusiastas que invirtieron en sus hijos al darse cuenta de su gran talento.
"La gente tiene que comprender que nosotros surgimos de la nada, desde el fango. Nadie invertía en tenis. Los únicos a los que debemos esta agradecidos es a nuestras familias", aseveró hace poco Janko Tipsarevic, otra promesa serbia de tan sólo 22 años, que se encuentra en el número 22 del ránking masculino.
Tanto Djokovic e Ivanovic como Jankovic se entrenan fuera de Serbia por carecer el país de infraestructura adecuada para la formación de jugadores de elite.
Djokovic se fue a Alemania a los 12 años y a la misma edad aterrizó Jankovic en la academia de tenis de Nick Bollettieri en Florida, mientras que Ivanovic se trasladó a Suiza a los 13 años.
En la antigua Yugoslavia, la mayoría de tenistas importantes eran croatas. Slobodan Zivojinovic fue el único serbio notable, al alcanzar el número 19 en la clasificación ATP en 1987.
Eso sí, Monica Seles nació en la provincia serbia de Vojvodina y alcanzó el vértice mundial bajo la bandera yugoslava, pero apenas se identificaba con ese país, ya que es de origen magiar y vive en EE.UU. desde 1985.