PARÍS.- El español Rafael Nadal y el suizo Roger Federer tuvieron una jornada de relajo antes de afrontar este domingo su segunda final consecutiva de Roland Garros, una cita que puede abrir a ambos las puertas de la historia. Por segundo año consecutivo, el suizo, número uno del mundo, tiene la opción de encadenar los cuatro torneos grandes, mientras que Nadal, número dos, puede quedarse por tercera vez con el principal torneo de arcilla.
"Una final de un Grand Slam ya supone suficiente presión", asegura el español, que no pierde ocasión de señalar que su rival es el favorito. "Cada año juega bien, no lo veo diferente a otras ocasiones, siempre está al mismo nivel que es muy alto", añadió el español, quien recordó que Federer se impuso en la final de Hamburgo, el último duelo entre ambos, justamente disputado sobre polvo de ladrillo.
Nadal ya sabe cómo preparar una final de Roland Garros y también cómo quitarse la presión. Reconoce que las sensaciones son siempre diferentes, pero que llega en mejores condiciones que el año pasado, por lo que saltará al campo sin preocuparse de la táctica del rival, con la intención de hacer su tenis. "Juego contra alguien que tiene muchos recursos, pero tengo que buscar el mismo ritmo y la misma intensidad de juego que en otras ocasiones e intentar que Roger no se sienta cómodo", indicó.
"En una final de Grand Slam la ambición siempre es total. La experiencia te permite tener más tranquilidad. Tengo dos copas en casa y eso te ayuda a pensar que lo puedes conseguir y que si pierdes sigues teniendo dos copas en casa y una final más. Pase lo que pase, será un buen resultado", afirmó el español.
Por su parte, Federer ha aprendido a conocer a Nadal y a analizar su juego a medida que los dos mejores jugadores del mundo se han ido afrontando en los últimos meses. "Ahora sé como juega y tengo un mejor plan táctico para jugar contra él, sobre todo en tierra batida, donde más veces hemos jugado". Y agregó que ahora "tengo más experiencia y madurez para controlar este tipo de situaciones. Sin embargo, el adversario es el mismo y sé que será difícil. Nunca son fáciles las finales de Grand Slam, pero jugar contra Nadal sobre tierra batida no lo facilita", señaló.
