PARIS.- Al rugby aún le cuesta trabajo hacerse un lugar en el mundo del deporte grande: británico de nacimiento, el juego del balón ovalado estuvo mucho tiempo bajo dominio anglosajón y tarda en conquistar la pasión de los hinchas en América, Asia o Africa para ganarse la universalidad.
La sexta Copa del Mundo, organizada del 7 de septiembre al 20 de octubre en Francia, ilustra bien este ambiente de club cerrado, con un solo debutante en tierra gala, Portugal.
La repartición por continentes de los 24 equipos que participaron al menos una vez en un Mundial, desde la primera edición de 1987, muestra un mapa deformado, con una Europa y una Oceanía hegemónicas.
El Viejo Continente aparece en primer lugar con 10 selecciones: Inglaterra, Escocia, España, Francia, Georgia, Irlanda, Italia, Gales, Portugal y Rumania.
Oceanía, extrañamente en la cima de otros deportes populares, es una verdadera potencia con cinco formaciones de alto rendimiento: Australia, Fiyi, Nueva Zelanda, Samoa y Tonga.
Un paso más atrás aparecen Africa (Sudáfrica, Costa de Marfil, Namibia, Zimbabue), América (Argentina, Canadá, Estados Unidos, Uruguay) y, por último, Asia y su eterno representante, Japón.
Entre los ausentes, algunos gigantes del deporte global como Rusia, Alemania, China, Cuba o Brasil.En Unión Soviética, la práctica del rugby fue prohibida por Stalin en persona en 1948, juzgando este entretenimiento demasiado "capitalista".
Una Federación volvió a tener vida recién 1966. Sin embargo, el régimen soviético le otorgó un apoyo menos consecuente que a los deportes olímpicos y, de hecho, rechazó la invitación de los organizadores de la primera Copa del Mundo por "razones políticas".
En Alemania, el rugby vio cortar su progreso a fines de los años 30 con la llegada del régimen hitleriano, que calificó de "demasiado inglés" al deporte de la pelota ovalada. La competencia del fútbol y del balonmano hicieron el resto para dejar al rugby casi en el anonimato.
China se volcó más recientemente a este deporte, pero todavía tiene que hacer progresos en el conjunto de los deportes colectivos masculinos.
Por su parte, en Brasil es difícil atraer a la afición hacia una actividad que no tenga el balón redondo, como el fútbol, considerado casi una religión.
Las cinco participaciones mundialistas de Estados Unidos son una falsa imagen de la realidad, ya que el rugby cuenta con apenas 65.000 federados y, encima, tiene que competir con un rival de peso: el fútbol americano.
Esta falta de universalidad del rugby se refleja también en la cantidad de federaciones nacionales afiliadas a la International Board (IRB, órgano supremo del rugby): sólo 96 contra 208 del fútbol o incluso 220 del voleibol.
Todo esto explica en gran parte la ausencia de cupo del rugby de XV en el programa de los Juegos Olímpicos, del que fue excluido tras su única aparición oficial en París-1924, cuya final Francia-Estados Unidos terminó en combate de puños entre los jugadores de ambos equipos.
En estos últimos años, la IRB lanzó campañas de promoción para seducir al Comité Olímpico Internacional (CIO), pero hicieron foco en el rugby de VII y no de XV.Más lúdico, menos violento y menos complejo, esta forma de rugby permite a países 'nuevos' como Kenia o Uganda mostrarse, más allá de que los dominadores sigan siendo los países con fuerte tradición en el rugby union (XV).