El cuerpo técnico deberá levantar el ánimo y cuidar del físico del viñamarino para el dobles de este viernes.
ReutersTEL AVIV.- Minutos antes del comienzo del primer partido de sencillos entre Nicolás Massú (72°) y Dudi Sela (105°), Manuel Massú bajaba del camarín chileno con rostro serio. "Está muy tenso", fue el único comentario que hizo a Emol cuando pasó rumbo a las localidades reservadas a los cercanos al equipo chileno.
Con 32 grados de calor y una humedad que superaba el 90 por ciento, Nicolás Massú salió a la cancha dispuesto a demostrar que todos los progresos evidenciados en los entrenamientos también podía plasmarlos en la competencia. Todo condimentado por las circunstancias: era la opción de contribuir a que Chile permanezca en el Grupo Mundial de Copa Davis.
La tensión advertida por el padre del jugador era real. Se reflejaba en los errores que cada cierto tiempo cometía el viñamarino, especialmente con su derecha. Otrora principal arma del campeón olímpico, ahora el drive es un verdadero dolor de cabeza para el chileno.
Los errores que fue sumando con ese tiro provocaron una evidente falta de confianza en Massú, que cedió la iniciativa a su rival.
En el tercer game del primer set, cuando Massú peleaba mano a mano el control del partido con el israelita, se produjo una jugada que pudo cambiar el devenir del partido. Massú dispuso de punto de quiebre, pero Sela se salvó con una derecha en la línea que alguien del público cantó mala. El chileno paró el punto, pero Sela lo siguió y el juez de silla francés Kader Nouni no tuvo el suficiente manejo para hacerla repetir.
Lo cierto es que el partido siguió estrecho y con un Massú errático, con muchos problemas con su primer servicio y que hizo crisis en el octavo juego. Sela se puso 0-40 arriba y no desperdició la segunda chance para quebrar a Massú y ponerse 5-3 arriba. Con su servicio y en 54 minutos, Sela empezaba a avisar que la de hoy sería una jornada difícil para el viñamarino.
El segundo set fue parecido en cuando a lo propuesto por ambos jugadores. Sin primer servicio, Nicolás Massú apostaba por poner en juego su segundo saque con efecto y sobre el revés de Sela. Mal por el chileno, quien nunca consiguió hacerle daño al israelí, que a su vez lo contragolpeó decenas de veces con su exquisito revés a una mano.
Ahora el quiebre llegó en el noveno juego. El segundo set se le escurría a Massú sin que el cambio de estrategia viniera desde su rincón, con el chileno siempre uno o dos metros detrás de la línea de base, reaccionando a los tiros de un local que crecía y crecía.
Massú intenta la reacción
Para el actual 72° del escalafón mundial, la situación no es nueva. Cuando pasa por estas crisis de confianza, Massú hace partidos francamente malos, hasta que se ve acorralado, sin escapatoria.
Le pasó hoy en el Canada Stadium, de Ramat Hasharon, que llegó a albergar a unas tres mil 500 personas en su mejor momento. Los hinchas locales se hicieron sentir, molestaron a Massú entre punto y punto y entre saque y saque, ante la irritante pasividad del juez de silla, el francés Nouni.
Tambores, bombos y cajas multiplicaban el aliento para el jugador local, que en el tercer set se vio bastante más complicado que en los anteriores. La razón era la nueva propuesta de un Massú que salió a atacar y que de a poco soltó su derecha para presionar a Sela.
Pero el alza en el nivel de esta nueva versión de Nicolás Massú tampoco da para celebrar por anticipado. El chileno consiguió ganar algunos juegos con más propiedad, poner presión sobre el servicio de Sela y sacar adelante juegos maratónicos como el tercer game que pasó los 30 minutos.
Los propios errores de Massú, entre ellos dos derechas invertidas con top spin que se le fueron largas y un punto en el que jugó impecable y que lo pudo liquidar en la red pero su volea se quedó en la malla, condenaron al chileno a ceder el undécimo juego, lo que lo dejó en la cornisa.
Se recuperó jugando un tenis de ataque, con un coraje que es marca registrada de Massú. Pero en este momento, con eso no alcanza. El segundo singlista nacional ganó el tercer capítulo en la friolera de una hora y 49 minutos e ilusionó al disperso puñado de seguidores chilenos en el recinto. Entre ellos, los futbolistas chilenos Milovan Mirosevic y Cristián Alvarez (Beitar Jerusalem), además del rezagado Sebastián Rozental.
El cuarto y último set tuvo oportunidades para ambos, pero como el propio Massú reconoció en la posterior rueda de prensa, "él tomó sus oportunidades y en eso fue mejor que yo". El rostro desencantado del chileno, que parecía al borde de las lágrimas tras el 6-3, 6-4, 6-7(3) y 6-4, ahorraba cualquier comentario. La fe quedaba puesta en las manos de Fernando González.