FORT MYERS.- El cuatro veces campeón olímpico de lanzamiento de disco Al Oerter murió hoy a los 71 años, tras sufrir problemas cardíacos y de presión alta, en un hospital de la localidad de Fort Myers, estado norteamericano de Florida.
El estadounidense Oerter, que ganó el oro olímpico en disco entre 1956 y 1968, estableciendo cada vez un nuevo récord mundial, es el único atleta junto a su compatriota Carl Lewis que logró triunfar cuatro veces consecutivas en la misma especialidad en los Juegos.
Su esposa Cathy Oerter lo describió como a "un gigante tierno, más grande que la vida".
Tras finalizar su carrera como atleta, Oerter se dedicó a la pintura. Su amigo y también ex atleta olímpico Liston Bochette señaló que Oerter amaba el arte tanto como el deporte. "Estudiaba y analizaba el arte, y buscaba en él la excelencia", dijo.
Nacido el 19 de septiembre de 1936, en Astoria, Nueva York, Oerter en su juventud también jugó béisbol y fútbol americano. Sin embargo, en 1954 rompe el récord escolar de lanzamiento de disco, con lo cual define su futuro atlético y obtiene, además, una beca en la Universidad de Kansas, donde fue compañero de estudios de otra leyenda del deporte: el baloncestista Wilt Chamberlain.
En 1956 participa en los Juegos Olímpicos de Melbourne, Australia, y en su primer lanzamiento envió el implemento hasta los 56,36 metros, un registro bien distante de los demás competidores que le propició la medalla de oro. Comenzaba el mito del mejor discóbolo de la historia moderna.
Dos años después concluye los estudios de Ingeniería y en los siguientes 12 meses conquista el título nacional de los Estados Unidos y también en los Juegos Panamericanos.
Transcurrido el siguiente ciclo olímpico, viaja a Roma, en 1960, donde triunfó con 59,18 metros en su quinto intento. Conquista así el segundo metal dorado en esas citas.
Con mayor masa muscular y peso, Al Oerter batió el registro mundial en una lid disputada en Los Angeles en 1962 al enviar el implemento hasta 61,10 metros. Ya por esa época su nombre estaba grabado junto a los grandes del deporte. Pero faltaba más.
Cuando se acercaban los Olímpicos de Tokio 1964, el checoslovaco Ludvik Danek bate el récord del mundo del disco y los especialistas lo ratifican como favorito para el certamen en la capital japonesa. Pero Oerter se sobrepuso a las lesiones y la merma de sus facultades para alcanzar su tercera medalla dorada con un lanzamiento de 61 metros.
Para la siguiente cita cuatrienal en México 1968, el sensacional lanzador sólo pudo ubicarse en tercer lugar en los trials estadounidenses. Pero ya en la capital mexicana exhibió la grandeza que siempre estuvo a su lado al ganar la presea dorada y conseguir los tres mejores lanzamientos de la historia, uno de ellos de 64,78 metros que lo llevó a lo más alto del podio.
Muchos años después, en 1991 y ya con 55 años, resumió en forma simpática sus cuatro triunfos olímpicos: "la primera vez era realmente joven. La segunda no muy capaz. La tercera estaba muy lesionado y la cuarta ya era un viejo".
Harold Connolly, otro estadounidense monarca olímpico en el lanzamiento del martillo, dijo en una ocasión: "en la opinión de muchos de nosotros, él (Oerter) es el más grande atleta del siglo en el campo y pista".
Y a continuación señaló: "Hay una magia cuando él está compitiendo. Aunque antes se pone muy nervioso. No come bien. Pero a punto de iniciarse el evento, la calma se apodera de él. Y los otros atletas lo ven y se intimidan. Todos temen lo que pueda hacer. Es casi invencible".