SANTIAGO.- Tres años, cuatro meses y una semana. Mil doscientos veinticuatro días. Todo ese tiempo debió esperar Marcelo Bielsa para volver a ingresar al Estadio Monumental "Antonio Vespucio Liberti" al mando de un equipo de fútbol.
El 6 de junio de 2004, el entrenador fue despedido entre pifias: Argentina había empatado sin goles frente a Paraguay y desde la tribuna la reprobación se hacía patente con carteles como "Bielsa, enemigo íntimo, por vos miramos tenis". En septiembre, tras vencer a Perú de visita, renunció a su cargo.
¿Cómo lo recibirán?
Esta tarde, seguramente el recibimiento también será hostil. El responsable del mayor fracaso del fútbol trasandino en los últimos 30 años (eliminado en la primera ronda del Mundial 2002) ahora estará en la banca de Chile, un rival tan clásico como históricamente inferior.
Pero así como Bielsa se reencontrará con su pasado, la Roja buscará torcer la historia que no registra victorias al otro lado de la cordillera.
Para intentar lo que sería una hazaña, el equipo nacional apostará al estilo ofensivo del "Loco", que ya ensayó en la gira a Austria, cuando perdió por 2-1 ante Suiza y superó por 2-0 al cuadro local.
En esa campaña se pudieron ver los primeros atisbos de la impronta que el entrenador rosarino le quiere dar al combinado criollo: un equipo que siempre quiera ser protagonista de los partidos y que piense más en el arco contrario que en el propio.
Pero Chile no tendrá a la figura de esa gira. Alexis Sánchez, quien se insinuaba como uno de los pilares para el proceso eliminatorio, sufrió una lesión que, probablemente, no le permitirá jugar por la Roja hasta el próximo año. En lugar de "Niño Maravilla" fue convocado el emergente Fabián Orellana.
Prueba de fuego
El resto son los mismos con los que Bielsa ya trabajó. Un grupo joven y en formación (pues salvo Marcelo Salas y Claudio Maldonado, ninguno ha jugado más de 25 partidos internacionales) que afrontará una prueba de fuego en un escenario más que complicado para la Roja. ¿Cambiará la historia?