El volante argentino cumplió 10 años retirado del fútbol activo.
El MercurioBUENOS AIRES.- Sin estar seguro de que aquel iba a ser el partido final de su carrera, Diego Maradona hizo su última aparición en un campo de juego como futbolista profesional hace una década, el 25 de octubre de 1997, cinco días antes de cumplir los 37 años, tras 21 temporadas cargadas de éxitos y polémicas.
"Pelusa" disputó con el Boca Juniors la primera parte del choque clásico de Argentina ante el River Plate en el estadio Monumental, que los boquenses ganaron por 1-2.
Pocas horas después, encerrado en su casa, con dolores físicos, acorralado por la droga y sin deseos de volver a entrenarse, dijo "no va más" y cerró una parte de su historia que suma capítulos día a día sin solución de continuidad.
A diez años de aquella fecha y superados varios incidentes que lo tuvieron al borde de la muerte, Maradona acaba de jugar esta semana un encuentro de fútbol sala en Bahía Blanca, en el sur de la provincia de Buenos Aires, ante una multitud que agotó las entradas para verlo otra vez con un balón en los pies.
Es que en el mundo del fútbol, el aficionado común y el "asomado" a este deporte por su transcendencia y la fama de sus protagonistas continúan igualmente atraídos por la postal en la que Maradona y la pelota aparecen como si fueran una sola cosa.
Aquel partido histórico fue el último que perdió River Plate antes de proclamarse campeón del torneo Apertura'97, frente a un Boca Juniors que, además del mejor futbolista argentino de la historia, contaba en sus filas con un juvenil Juan Román Riquelme y el actual goleador del equipo, Martín Palermo, entre otros.
Posiblemente ese resultado haya tranquilizado a Diego a la hora de anunciar su retirada, ya que abundan los que aseguran que, por más que no pudiera levantar las piernas, Maradona habría estirado su carrera un poco más con tal de despedirse con una victoria ante su odiado River.
Pero el futbolista estaba presionado por un dopaje positivo que salió a la luz tras un partido anterior al derbi que jugó ante Argentinos Juniors y ya no tenía fuerzas para continuar pese a que contaba con un amparo judicial. Prefirió colgar las botas antes de que volvieran a sancionarlo.
La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) lo había suspendido, pero Maradona acudió a la justicia, denunció que había un complot en su contra y el juez Claudio Bonadío falló a su favor, aunque dispuso que fuera sometido a controles después de cada encuentro.
El 30 de octubre de 1997, día de su cumpleaños, fue la octava vez que Maradona anunciaba su adiós como futbolista, y la definitiva, pese a todas las dudas que hubo al respecto.
En su último partido como profesional el equipo boquense, dirigido entonces por Héctor "Bambino" Veira, salió al campo alineado con Oscar Córdoba; Nelson Vivas, Jorge Bermúdez, Néstor Fabbri, Rodolfo Arruabarrena; Nolberto Solano, Diego Cagna, Julio Toresani, Diego Maradona; Diego Latorre y Martín Palermo.
Maradona fue sustituido en el descanso por Juan Román Riquelme, de 19 años; Claudio Caniggia salió por Vivas y Cristian Traverso por Latorre. Los goles los marcaron Toresani y Palermo (el tercero de su trayectoria en el equipo) y para River, equipo en el que jugaba el chileno Marcelo Salas, anotó Sergio Berti.
El partido en homenaje a Maradona se disputó cuatro años después en "La Bombonera", el 10 de noviembre de 2001, entre un combinado argentino dirigido por Marcelo Bielsa y un Equipo de las Estrellas a cargo del actual seleccionador albiceleste, Alfio Basile, que la formación local ganó por 6-3.
"Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha", dijo Maradona aquella tarde en un discurso pronunciado tras el encuentro, en el que participaron notables jugadores como Riquelme, Matthaeus, Mauricio Serna, René Higuita, Cantoná, Careca, Stoichkov, Solano, Iván Córdoba, Valderrama, Francescoli, Ciro Ferrara, Zanetti, Aimar, Samuel y Suker, entre otros.
Casi dos años antes de este partido, a principios de 2000, estuvo al borde de la muerte al sufrir una crisis cardíaca en la ciudad uruguaya de Punta del Este y después vivió varios años en Cuba, donde se sometió sin rigor alguno a un tratamiento por su adicción a las drogas.
En aquellos tiempos su vida fue un calvario, sometido por el consumo de cocaína que redujo al mínimo su capacidad cardíaca y de resolución, y le llevó a la ruina económica.
Tocó fondo en 2004, cuando una recaída le dejó postrado en una clínica de Buenos Aires, alrededor de la cual se reunieron multitudes para manifestar su idolatría por el futbolista más importante de la historia argentina.
Se recuperó, bajó de peso y fue el presentador de un exitoso programa de televisión, pero a principios de 2007 el alcohol volvió a tumbarlo. Maradona sigue sumando capítulos estremecedores a su azarosa vida. Por enésima vez ha asegurado que está bien, y que tiene ganas de vivir.
Lejos del balón, a "Pelusa" le ha costado mucho mantenerse en pie.