La celebración de los azules terminó en el Hotel Intercontinental.
Cristián Carvallo, El MecurioSANTIAGO.- Apenas Pablo Pozo marcó el final del partido de anoche, Juan Manuel Olivera comenzó a saltar como loco, sacándose de encima un semestre donde fue criticado y pifiado, pero donde el DT Sergio Markarián lo ratificó como un puntal del ataque.
"Hacer el primer gol no es fácil y él siempre ha hecho goles decisivos", decía un tranquilo Markarián tras el título.
Olivera saltó y festejó con todos en plena cancha y su euforia lo llevó a subirse a la tarima de celebración antes de tiempo, siendo bajado por dirigentes de la ANFP.
Cerca, Rafael Olarra se acercaba a un cabizabajo Jorge Segovia, presidente de Unión quien hoy parte de vacaciones a España, y lo saludaba con afecto, bajo la mirada del mandamás de la ANFP, Harold Mayne-Nicholls, quien se estrechó en un abrazo con el "flaco".
Todos daban vueltas en la cancha mientras Raúl Estévez le exigía a sus compañeros de Unión que se retiraran a camarines y no hicieran caso a la orden oficial de esperar la ceremonia para recibir su reconocimiento como subcampeones.
Markarián, tranquilo, ya se había abrazado una decena de veces con todos, pero a unos 15 minutos del final recién pudo hacerlo con su más cercano ayudante: Pablo Bengoechea, quien se sumará al plantel técnico de Peñarol de Montevideo.
Ya en el camarín las champañas se destaparon y empresarios de Azul Azul lideraron la fiesta saltando como hinchas de Los de Abajo. Carlos Heller -mojado entero- fue el primero en salir a hablar con la prensa. O más bien a buscar a su hijo y ahí los medios aprovecharon la chance.
José Yuraszeck destacaba con una pelora azul con una U grande en el pecho, que tenía una luz que se prendía y apagaba automáticamente. El segundo mayor accionista de Azul Azul terminó la noche en la Clínica Las Condes luego de que se desmayara en la celebración del Hotel Intercontinental de Vitacura.
Con Markarián fuera del camarín dando declaraciones, los jugadores campeones comenzaron a salir eufóricos. Estrada, Contreras y Pinto tomaron un micrófono del CDF y se las dieron de reporteros-entrevistadores entre ellos, mientras Olivera, sin ducharse y casi en calzoncillos, era sacado como rock star camino al bus.
Y Bengoechea que apuraba a Markarián, cuando los jugadores repitieron un grito alzado en camarines: "¡Suavetón, suavetón!", le comenzaron a cantar al uruguayo, bajo el hit creado por ADN con la frase dicha por el estratega ("Si los dirigentes quieren traen otro técnico ya para hacer el cambio más suavetón...").
Todos partieron al bus que los llevaría a la cena de festejo en el barrio alto y afuera del Santa Laura los hinchas rodeaban la máquina saltando con los jugadores que se subieron al techo del micro y, bandera en mano, se fueron gritando de Independencia.
El bus ya salía y Manuel Iturra (quien estuvo fuera por lesión), corría porque lo estaban dejando afuera, mientras un par de guardias nada podían hacer con los seguidores azules que lo tomaron como uno más.
El "colocho" saltaba y saltaba, pero nadie le abría la puerta. Así que no había remedio. El volante le tapó el camino al bus, saltando y acompañado por barristas, y recién ahí desde arriba lo vio el capitán Miguel Pinto quien, sonriendo, le pidió al chofer que abriera la puerta no más, que faltaba uno más de los campeones.