BELGRADO, SERBIA.- Brasil volvió a tocar el cielo -donde parecía eternamente instalado hasta que perdió el año pasado- tras vencer en una agónica final de la Liga Mundial de Voleibol a Serbia por 3-2 y después de dos horas y media de partido.
Tanto Brasil como Serbia salieron muy enchufados a la final, con buenas defensas y sabiendo que cada punto, y desde el principio, iba a ser fundamental. El marcador apenas reflejó diferencias y cada anotación de un equipo era replicada de inmediato por el rival.
Sólo un pequeño detalle le permitió a Serbia apuntarse la primera manga: la relativa facilidad con la que superó en varias ocasiones el bloqueo de los brasileños.
En la segunda manga no cambiaron demasiado los planteamientos y los locales siguieron sacando partido a su ataque, liderado por un Miljkovic que estaba siendo absolutamente imparable para los sudamericanos.
Brasil tuvo que apretar los dientes y se dispuso a sufrir ante un pabellón repleto -22.680 espectadores- y que rugía ante cualquier buena acción de su equipo o fallo del rival.
La igualdad volvió a ser la tónica imperante, aunque Brasil daba signos de recuperación. En el tramo definitivo, los campeones del mundo adquirieron una mínima ventaja y, como casi siempre hacen, de forma sencilla y directa ganaron el set y empataron en el marcador.
El tercer set comenzó con un Brasil muy efectivo. 3-0, 12-6 y 16-8, fueron algunos de los pasos intermedios del marcador. Con esta franquicia a favor, y pese a algunos problemas al final del set, supieron capear el temporal local y asegurar el punto de la victoria momentánea.
Con el 2-1 a favor de Brasil, la tensión se podía cortar en el Beogradska Arena y los nervios brotaban de las miles de gargantas que animaban a los locales. Los verdeamarillos, pese a sus caras nuevas, sigue sabiendo moverse en estas situaciones como nadie.
El marcador avanzó sin decantarse de forma clara durante la cuarta manga. El momento más tenso del partido fue cuando con empate a 21, el enésimo error arbitral -incluso hubo que cambiar un colegiado auxiliar por sus continuos fallos siempre en contra de Brasil- concedió punto a Serbia, cuando en realidad había habido un roce del balón.
La mesa técnica obligó a los colegiados a cambiar su criterio y le dieron el punto a Brasil, con la más que considerable bronca de los aficionados.
Al final, Serbia se llevó el set y lo dejó todo para el quinto y definitivo.
Ya sin margen de maniobra por parte de nadie, cada balón se jugó como si fuese el último y el de la victoria. Comenzó Brasil ganando 2-0, para pasar a continuación a perder 3-5. Miljkovic siguió echándose el equipo a las espaldas a la hora de anotar, mientras que Vissotto y Giba intentaban hacer lo propio para sus colores.
Con el 4-7 en el luminoso, Brasil se desangraba poco a poco y veía como se le cerraban las puertas del cielo, pero entonces apareció el Brasil ganador y en un final de auténtico infarto, como no podía ser de otra forma, volvió al paraíso de los vencedores.