SANTIAGO.- Hasta los 88 minutos, lo de Everton ante Ñublense, en el estadio Sausalito de Viña del Mar, era una verdadera farra. Un perdonazo.
El equipo que dirige Nelson Acosta se creó clarísimas situaciones de gol, sobre todo en el primer tiempo, pero Mauro Guevgeozián, Nicolás Freitas y Maximiliano Pérez no pudieron celebrar por culpa de los tubos que custodiaba el meta Jaime Bravo.
Ñublense no se apartó ni una coma del libreto característico de Fernando Díaz (contener con dos líneas de cuatro y apostar al contrataque) y logró, durante largos pasajes del cotejo, enredar el juego de Everton.
La escuadra de Viña del Mar veía cómo avanzaba el reloj y no podía perforar el arco de Bravo. Pero de tanto insistir, llegó el premio: cuando se jugaba el minuto 88, el uruguayo Guevgeozián metió la cabeza, en el área menor, y anotó el único festejo de la tarde.
"Fue un partido muy complicado, pero lo peleamos hasta el último momento. Gracias a la insistencia y a que no nos enloquecimos es que ganamos", declaró, feliz, el charrúa.
Los últimos segundos reflejaron la impotencia de Ñublense, porque si el campeonato terminara hoy estaría disputando la liguilla de promoción. El meta Bravo corrió varios metros para reclamarle al réferi Francisco Caamaño y se ganó la tarjeta roja.
No pudo ser peor el desenlace para los pupilos de Fernando Díaz.