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La crónica del día más amargo de “Chaleco” López

El curicano ha pasado jornadas difíciles en su carrera, pero en ésta, la del sábado 15 de enero de 2011 ha recibido quizás el golpe más fuerte de su vida.

15 de Enero de 2011 | 18:11 | Por Manuel Rojas Díaz, enviado especial a Buenos Aires
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EFE

BUENOS AIRES.- El sol pegaba fuerte en Baradero, localidad elegida como la meta. Un improvisado restaurant bajo unos fornidos árboles servía de sala de espera para la llegada de los pilotos en el último de día de Dakar. Había silencio, sólo un par de argentinos amenizaba con frases célebres a las promotoras que se movían por el lugar.


Todo era tranquilidad hasta que un enviado de prensa alerta que algo pasa. Un par de niños corren desarmados por un costado de la calle de polvo adornada para el paso de los competidores. Habían aparecido los primeros corredores en motos. Eran el 1 y el 2, irónicamente también el campeón y subcampeón de la prueba. Marc Coma y Cyril Despres.


Llegaba también el portugués Helder Rodrigues quien se contenía porque en ese momento era el cuarto en la General. Luego vinieron unos tres o cuatro motociclistas más y la pregunta comenzó a dar vueltas por el vecindario: ¿Por qué no ha llegado “Chaleco”? Nadie sabía nada, hasta que el rumor se hizo fuerte: El curicano estaba atrapado en la ruta.


El primer diagnóstico era que había pinchado, que estaba reparando, no parecía muy grave. Los minutos pasaban y la primera alerta la trajo otro chileno, Daniel Gouet. “Chaleco estaba tirado como a 30 kilómetros de la meta, la moto estaba como quebrada, hundida, yo creo que le será imposible llegar”, decía con voz de preocupación el penquista que por la fatalidad de su referente no podía disfrutar de su propio logro, ese que lo levanta a ser el mejor debutante chileno en la historia del Dakar.


En otro sector, Helder Rodrigues, el portugués que seguía a López en la general, se movía para todos lados, ya sabía del percance del nacional, aunque no quería adelantarse. Pero una conversación con Cyril Despres encendió el ambiente. “Eso pasa por hablar antes de tiempo, eso no se hace”, dijo el francés en una informal charla, refiriéndose a la carta nacional.


A esa altura se sabía ya que “Chaleco” estaba cerca de perder el podio, que era cuestión de minutos, y que el reloj no paraba de correr. Todo se derrumbó cuando el propio Rodrigues comenzó a saltar, a ser felicitado y levantado. Ya era oficial, Francisco López perdía el podio y el portugués era el tercer mejor tiempo de la competencia.


Los otros pilotos chilenos llegaban al lugar con más noticias y en una obra de compañerismo decidieron no partir hasta que llegara el mejor de todos. Jaime Prohens era el más afectado con la situación; Lágrimas en sus ojos mostraban el cariño casi de hermano que le tiene al curicano.


Hasta que llegó el momento. Apareció Francisco López remolcado, su moto hundida en la parte trasera y él tras marcar ante los jueces pasando por un costado de los otros corredores, y declarando poco. “Aún hay ‘Chaleco’ para rato”, decía sin detenerse y como para darse fuerza en un fatal día.


Se sentó en una banca y los flashes lo invadieron. Sus ojos rojos lanzaban amargura, tristeza y en un acto de sorpresa, como nunca, pidió que lo dejaran tranquilo, mientras se instalaba unas gafas blancas para no mostrar su rostro desencajado.


Luego vino el abrazo con los demás chilenos, se sentó bajo un árbol como pidiendo explicaciones. Miraba al cielo, buscando una señal que le indicara algo, que le dijera por qué había ocurrido, por qué se quedaba bajo el podio después de la gran carrera que había hecho. No venían las explicaciones, las que sí intentaron darle los mecánicos de Aprilia, pero sin mucha respuesta clara.


Tras una Red Bull y una botella de agua, López decidió seguir para hacer el Enlace final. Con un fierro apuntaló su moto. Se marchó dejando una estela de polvo y con él los pensamientos más amargos de su carrera. Más aún que la caída en Brasil, más todavía que la vez que rompió su moto en su primer Dakar. Más que cuando no pudo subirse al podio en su primer Dakar en Chile.


Lo de ahora era peor. Era perder quizás el mejor premio de consuelo para una carrera en la que le peleó a los de arriba. Era perder en un par de horas todo el trabajo de un año y esa ilusión que lo hicieron llegar al Obelisco el primer día de carrera con la convicción de que éste era su año. Pero   como dijo un experimentado en la prueba: El Dakar es así, el Dakar te bota a ti, no tú al Dakar.

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