SANTIAGO.- Corría 1998 y
Marcelo Salas era buscado por los mejores clubes de Europa. El Real Madrid y el Manchester United se peleaban al delantero que en ese entonces se cansaba de hacer goles en River Plate. Pero un club, humilde a simple vista, fue quien se quedó con él.
"Justo antes de la Copa del Mundo 1998,
cuando jugaba en River , muchos clubes fueron por mí, pero Lazio me vino a buscar. En ese momento, tenían una gran hinchada, ambiciones y quería dar un golpe importante", cuenta Salas en entrevista con
So Foot, quienes acudieron a él en la previa de un nuevo clásico entre Lazio y Roma por Copa Italia.
Y los romanos lo dieron. Formaron un gran equipo con figuras de la talla de Alessandro Nesta, Pavel Nedved, Sinisa Mihajlovic, Dejan Stankovic. Todos en la primera parte de su carrera.
Pero además de ellos, estaban los latinoamericanos. La base del equipo. Y ahí estaba Marcelo Salas, que recuerda el gran grupo que se formó junto a los argentinos.
"En el club coincidí con el inicio de la colonia argentina, con Diego Simeone, Juan Sebastián Verón, Claudio López, Hernán Crespo, Roberto Sensini y Almeyda, que ya estaba allí cuando llegué", dijo.
"Nos juntábamos muchas veces y hacíamos asados al estilo sudamericano, por eso no experimenté dificultades para adaptarme. De hecho, el club me recordó a la Universidad de Chile, donde comencé mi carrera. Historia de equipo grande, grandes aficionados, pero con falta de títulos", añadió el goleador histórico de la "Roja".
Precisamente con uno de ellos, con Almeyda, Salas tiene una anécdota que pudo terminar en tragedia. Un jueves, cuando el domingo jugaban con la Roma, con Almeyda iban en moto y en una subida perdieron el control. Se cayeron.
"Se me rompió mi boca y se me abrió la pantorrilla. Me comenzó a sangrar mucho. Llamamos al médico del club para que nos fuera a ayudar. Me tuvieron que poner puntos sin anestesia porque sino me podía salir positivo en el antidoping", recordó Salas.
El dueño de Unión Temuco y Deportes Valdivia también habla de las copas levantadas. "Fue el mejor tiempo que pasé en Italia. En tres temporadas gané seis títulos, incluyendo una liga. Mi vida era perfecta en Roma. Yo vivía en una casa grande al lado del centro de formación en Formello, mucha calma. También ahí nacieron mis dos hijas", dijo.
Finalmente el "Matador" recordó con mucho cariño a la hinchada romana: "Estaban locos, pero eran locos geniales. Sé que me recuerda aún hoy en día y eso es recíproco. Es por eso que después, durante mi carrera siempre he dicho que mi sueño era volver a ponerme la camiseta del Lazio".
