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Tras el adiós, una crónica desde el interior de la casa de Marcelo Bielsa

Emol tuvo acceso al corazón de Juan Pinto Durán y observó minuto a minuto como el DT tomaba su decisión irreversible. Aquí, detalles inéditos.

05 de Febrero de 2011 | 10:46 | Por José Pablo Harz, Emol
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En Juan Pinto Durán, el DT Marcelo Bielsa se despidió de la selección y los chilenos.

AP

SANTIAGO.- Corre la tarde en Juan Pinto Durán y adentro todos caminan. Rápido. De un lado para otro. Abren y cierran puertas. Arrastran los pies por el piso flotante que hace ver lujoso el salón principal del recinto. Definitivamente algo raro pasa en la casa de Marcelo Bielsa.

En un día normal el entrenador de la selección nacional se sentaría a ver un partido de fútbol en alguno de los plasma que tiene. En un día normal el DT se daría el tiempo para conversar y reírse con sus colaboradores. En un día normal el rosarino se tomaría a lo menos una hora para almorzar. Pero éste no fue un día normal. Fue el día en que Bielsa decidió partir, dejar de lado un proyecto que comenzó el 10 de agosto del 2007.

Además del argentino, en el recinto de Avenida Las Torres se encuentra Juan Carlos Berliner, que en el último tiempo fue el "mensajero" entre el DT y la directiva de la ANFP comandada por Sergio Jadue. Él, con sus jeans y polera Puma, se pasea inquietamente esperando a Bielsa. Pero el trasandino no aparece. Está afuera, en las canchas y Emol lo observa atentamente.

Con buzo azul y polera del mismo color, el entrenador que llevó a Chile al Mundial 2010 gira alrededor de la cancha junto con Luis Bonini. Una, dos y tres vueltas. Los trasandinos conversan. Cuatro, cinco y seis. Siguen dialogando, más bien Bielsa sigue trasmitiendo; el preparador físico de la "Roja" solamente escucha.

Finalmente aparece Bielsa, pero no atiende inmediatamente a Berliner. Antes tiene una cita. Un antiguo dirigente lo espera para que le hagan un tour por el renovado Pinto Durán. 

Bielsa se excusa por la demora antes de que el caballero se pare para seguirlo hacia el nuevo comedor ambientado especialmente para la comodidad de los jugadores. El técnico oficia prácticamente de guía turístico. Uno malo, porque no tiene muchas ganas de hablar. Le muestra el lugar donde comen y le explica que está hecho especialmente para mirar las canchas. Se despiden.

Por fin Berliner y Bielsa se juntan, y se encierran en la oficina del dueño de casa. Ahí permanecen bastante tiempo. Entre tanto, el "mayordomo" del rosarino, vestido con la indumentario de la selección, entra para atenderlos. La conversación continúa.

Fuera de la oficina, uno de los colaboradores sube y sube cosas al escritorio de Bielsa. Esas mismas bolsas y cajas habían sido embaladas dos días antes, pero el entrenador decidió que volvieran a su lugar. Ahí hay apartados de prensa perfectamente catalogadas: desde "Mauricio Pinilla" hasta "Conflicto ANFP". Incluso hay una carpeta con el rótulo "Marco Antonio Figueroa".

Le reunión termina y Berliner se va de Pinto Durán. Los periodistas apostados detrás del portón metálico intentan sacarle alguna reacción. Pero claro, no va a hablar. Porque la información ya es oficial.

En todos los portales comienza a aparecer la noticia: "Marcelo Bielsa anunciará este viernes si sigue al mando de la selección chilena". El "si sigue" es sólo para los medios, porque él ya tomó la decisión. Durante lo que resta de la jornada se dará el tiempo para comunicársela a sus colaboradores y nuevamente deberá mandar a empacar sus cosas.

Es viernes y el argentino acaba anunciar su salida. En algunas horas un avión saldrá rumbo a Rosario y Pinto Durán quedará vacío. Se llevará sus libros, sus posters de la selección, su polera de Newell's que guarda en su escritorio, sus miles de recuerdos.

Ah, y también se llevará el documental "Ojos Rojos" que guarda en su estante de madera, las seis pelotas Jabulani que aún permanecen en sus cajas y los libros de arquitectura que lo entretienen cuando logra escapar del fútbol.

Desde ahora, Marcelo Bielsa es material para los historiadores.

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