SANTIAGO.-
Claudio Borghi es chileno. Sí, chi-le-no. Podrán decir que nació en Argentina en 1964, que fue campeón de América con Argentinos Juniors en 1985 y del mundo con la albiceleste en 1986. Pero escuchen: el nuevo DT de la "Roja" es chileno.
Quizás prefiere la "parrisha" antes que los asados, el bife chorizo antes que un lomo vetado o el mate antes que un café. Pero igual, aunque tenga costumbres argentinas, el sucesor de Marcelo Bielsa es chileno.
Razones hay de sobra. Lleva más de 15 años en el país, uno de sus dos hijos (Filippo) nació en Rancagua, incluso en 2007 fue elegido como "Rey Guachaca", y los "huevón", los "po" y los "cachai" son parte de su vocabulario.
Borghi es chileno porque quiere serlo. Porque como entrenador nació en este país: él hizo los cursos en el Inaf. Incluso los técnicos nacionales lo consideran como un compatriota. José Sulantay y Arturo Salah, por ejemplo, han dicho que la llegada del "Bichi" a la selección no es el arribo de un extranjero.
Además, desde que debutó como estratega en la Universidad de las Américas, a principios del 2003, y levantó sus primeros torneos Adupri le agradeció al país. A su país. A Chile.
Incluso cuando ganó su único título fuera de casa, en 2010 con Argentinos Juniors, las primeras palabras que salieron de la boca de Borghi fueron para su querida patria: "Este año pasamos momentos muy difíciles por el terremoto de Chile, por eso el título lo quiero compartir con la gente de Chile y de Colo Colo, donde me formé". Clarísimo. Él, junto a sus 17 millones de compatriotas, pasó momentos dificilísimos con el 27F.
Pero el ser chileno no es ni peor ni mejor que ser argentino a la hora de dirigir. Es simplemente distinto. Con sus virtudes y defectos. El trasandino (convengamos que siempre hay excepciones) es un poco más versero, le encanta justificar muchas cosas con la teoría, con los sistemas tácticos y la constante estrategia. Quizás, de algún modo, les gusta influir más en sus equipos. Son más protagonistas.
Los nacionales en su mayoría y con Borghi metido en ese saco, son de darle más libertades al jugador. Son menos aprensivos. Creen en que, si bien el DT es el responsable de los resultados, los que juegan son los futbolistas y, por ende, deben sentirse cómodos. En palabras simples, hay "regalonearlos" un poco más.
Y como buen chileno, Borghi también es explosivo. Le baja la "indiada" como se dice popularmente. Es por eso, que a lo largo de su carrera, ha tenido problemas con los dirigentes. Cuando todo parece andar perfecto, un pequeño detalle lo cambia todo. Así pasó en Colo Colo, cuando por problemas con Blanco & Negro renunció cuatro veces antes de irse. Lo mismo le pasó en Boca Juniors. Al final, por los jugadores y los hinchas (y un arreglo con la dirigencia), decidía quedarse.
Luego de tres años y medio con un DT argentino, la "Roja" vuelve a tener a un chileno en el banco. Uno que eligió cambiar de patria. Uno que cuando obtuvo la nacionalidad chilena fue claro en señalar que "esta no es una cuestión de fútbol, es una cuestión de raza".