De cara al cielo.
Reuters
BUENOS AIRES.- Peñarol de Uruguay vuelve a ser finalista de la Copa Libertadores tras superar en las semifinales a Vélez Sarsfield, considerado actualmente el mejor equipo argentino.
Los trasandinos ganaron este jueves por 2-1 la vuelta, pero el resultado fue insuficiente para remontar el 1-0 que obtuvieron los charrúas una semana antes en el estadio Centenario de Montevideo, debido al valor extra de los goles anotados como visita.
Abrió el marcador Fernando Mier (33), igualó Fernando Tobbio (45) y dio la insuficiente victoria a Vélez Santiago Silva (67), que a los 75 malogró además un penal.
Peñarol, el primer campeón de la Libertadores en 1960, y que ha logrado posteriormente otros cuatro títulos, llega a esta fase 24 años después de su última conquista continental, en 1987.
Las circunstancias no daban lugar a las especulaciones. Vélez necesitaba ganar y el conjunto de Montevideo entendía que su ventaja mínima en el marcador tras el encuentro de ida significaba una ventaja carente de garantías, que debía reforzarse.
En ese contexto, dos equipos afianzados, compactos, encararon el partido con la misma tesitura: firmeza defensiva, carácter en la zona de contención y gestación y, por un lado, la rotación hacia adelante de los delanteros locales y, por el otro, la velocidad de Martinuccio, el punta de un sólido Peñarol.
Un pilar defensivo de Vélez como el defensa y capitán Cubero duró un cuarto de hora y salió del campo lesionado y un gesto de dolor del centrocampista Maxi Moralez puso los pelos de punta al entrenador argentino, Ricaedo Gareca, antes de la media hora de juego.
Y de todas las posibilidades ofensivas del partido sobresalió la de un Martinuccio veloz, atento, inquieto, que asistió magistralmente por la izquierda a Matías Mier, encargado de abrir el marcador a la media hora y tres minutos con notable solvencia y que puso al Vélez al borde del abismo.
Ese gol daba al Peñarol una ventaja de 0-2 y obligaba al equipo de Buenos Aires a montar un muro delante de su portería y marcar tres goles para progresar hacia la final.
En el tramo final de la primera parte el árbitro chileno Enrique Ossés invalidó un gol de Juan Martínez para Vélez y consideró legítimo el de Fernando Tobbio, que estaba adelantado al anotar, tras un rechazo del meta uruguayo Sosa a los 45.
Pero Corujo, Freitas, Aguilar, Olivera y Mier, uno de los mejor dotados técnicamente en el equipo de Diego Aguire, contuvieron la esperanza del Peñarol, alimentaron el sueño de volver a la fase final de una Libertadores en la que los 'mirasoles' han hecho historia.
El equipo de Gareca, impulsado por su amor propio y en momentos en que a su silenciosa afición le costaba superar el impacto del gol de Mier, se las rebuscó para generar varias situaciones de peligro frente a la meta uruguaya, especialmente a través de Juan Martínez.
La ventaja en el marcador global permitía al equipo de Montevideo regular sus esfuerzos, tomarse un respiro y pararse en el campo en postura de contraataque.
El tanto de Santiago Silva con un zurdazo clamoroso para el 2-1 en favor de Vélez a los 67 minutos, puso al partido encima del fuego, y a los 75, una falta contra Martínez daba la posibilidad a los 75 de que el conjunto argentino, mediante un penal, alcanzara el resultado necesario para pasar a la final.
Pero Silva se resbaló al rematar, el balón pasó por encima del larguero y los sonidos del silencio en el estadio José Amalfitani se extendieron a todo el barrio porteño de Liniers.
El equipo uruguayo celebró minutos más tardes una nueva página escrita con letras de oro en su historia junto a miles de hinchas uruguayos de cruzaron el Río de la Plata desde el miércoles.