Silva mira sin nada que hacer como la pelota se va lejos del arco.
EFESANTIAGO.- Minuto 75 del partido en el estadio José Amalfitani de Buenos Aires. Vélez Sarsfield gana por 2 a 1 a Peñarol y necesita un gol más para instalarse en la final de la Copa Libertadores. El árbitro chileno Enrique Osses cobra un dudoso penal para los locales y es el uruguayo Santiago Silva que se para a doce pasos del portero Sebastián Sosa y sueña con su segundo gol de la noche.
La mirada fija y la respiración calma del delantero no ayudan mucho a adivinar lo que va a pasar en escasos diez segundos. Antes de eso, jugadores rivales intentan desconcentrar a Silva y, éste, con su carácter explosivo se encarga de mandarle saludos a toda la familia de quienes lo molestan.
Silva toma carrera y empieza a acercarse a la pelota y a su peor tragedia dentro de su carrera futbolística. Al llegar a la pelota su pie izquierdo no encuentra el apoyo necesario y al mismo tiempo en que impacta el balón, resbala. Y la pelota se va por arriba del travesaño. Y el arquero celebra como si él la hubiese tapado. Y los hinchas de Vélez se toman la cabeza. Y el DT Ricardo Gareca pone ojos ausentes. Y Silva camina dándose ánimo. Y Peñarol celebra.
El resto del partido fue un trámite. Los uruguayos se metieron atrás con oficio y los argentinos no tuvieron más chances de gol. Pitazo final y clasificación de Peñarol que definirá la final ante el Santos. Dos históricos de Sudamérica nuevamente en una definición.
Silva, que derramó lágrimas tras ser abrazado por muchos jugadores de Peñarol una vez terminado el partido, no tuvo problemas en enfrentar a la prensa y reconocer toda culpa.
"Fue un partido difícil. Muy cerrado. Lo perdimos por una fatalidad, me resbalé y erré el penal", dijo el "Tanque". Después resumió su vida en una frase: "Como tengo los huevos para gritarlo los tengo también para asumir la responsabilidad".