La UC celebra el Clausura 2005.
El Mercurio
SANTIAGO.- Son dos historias similares separadas por poco menos de seis años. Ambas tienen como protagonista a Universidad Católica. La primera ocurrió el segundo semestre del 2005; la otra está transcurriendo en este mismo momento y está a sólo días de finalizar.
Las dos hablan de un equipo que gustó y consiguió logros locales e internacionales. En 2005, con Jorge Pellicer al mando, la UC se metió en semifinales de la Copa Sudamericana y logró el Clausura en una final que tuvo a Universidad de Chile como actor secundario.
En 2011 los cruzados, comandados por Juan Antonio Pizzi, vienen de caer en cuartos de final de la Copa Libertadores y el jueves buscarán el primer paso hacia un histórico bicampeonato. El rival en la final nuevamente será la U.
Camino a los playoffs ambos equipos terminaron primeros en la fase regular y eliminaron en cuartos de final al último clasificado (Cobreloa en 2005 y Colo Colo en 2011), y en semifinales al penúltimo (La Serena y U. La Calera). Ah, y esas dos Católica sufrieron mucho en la llave previa a la final.
Esas son sólo las similitudes de hechos, las coincidencias históricas. Pero futbolísticamente hablando se comienzan a notar algunas diferencias. A pesar que tanto el equipo de Pellicer como el de Pizzi se destacan en gran parte por su pragmatismo, las diferencias en el planteamiento táctico, en la calidad de plantel y en la forma de juego se notan.
En primer lugar lo del equipo de Pellicer en cuanto a números fue mucho más espectacular. Tras la campaña dirigida por Ignacio Prieto en 1987 (81,7% de rendimiento), la de 2005 es la segunda mejor de la historia (80%). Se terminó la fase regular invicto y con sólo 3 goles en contra.
Para ese logro hubo dos factores clave. El primero, los 1352 minutos que José María Buljubasich mantuvo su arco invicto. La segunda es el orden que lograba ese equipo.
A pesar que casi siempre se paraban tres hombres en el fondo (Mauricio Zenteno, Facundo Imboden y Jaime Rubilar), los dos contenciones (Francisco Arrué y Jorge Ormeño) junto con los laterales volantes (José Pedro Fuenzalida y Eros Pérez) tenían como misión defender más de lo que atacaban. Se lograba un equilibrio perfecto con el aporte de ellos más las genialidades de Darío Conca en la creación y los goles de Eduardo Rubio y Jorge Quinteros.
Pero Pellicer, al igual que Pizzi en la actualidad, no se cerraba a su esquema 3-4-1-2. Por ejemplo, para la final de aquel Clausura tras ganar 1-0 de visita en la ida, el técnico decidió resguardarse más para el duelo de vuelta. En ese partido se paró con un 4-2-2-2, que finalmente no le dio mucho resultado y la copa se terminó levantando tras los lanzamientos penales.
Lo del actual DT cruzado es similar. El tiene un esquema predilecto, que es el 4-3-2-1, donde Lucas Pratto funciona como referencia arriba. Pero cuando la situación es adversa no tiene complicaciones de parar otro delantero y prescindir de un contención. Lo que no tiene Pizzi es a un Buljubasich, que lograba equilibrar a una defensa que no era para nada extraordinaria. Hoy la defensa de Católica, al igual que en 2005, dista mucho de la perfección, pero ni Paulo Garcés ni Cristopher Toselli están aún al nivel del actual gerente deportivo de la UC.
Luego de que el domingo la pelota deje de rodar en el Nacional, se sabrá si la historia del equipo de Pizzi tiene un final feliz igual que el de Pellicer.