ROMA.- Lo que pasó en realidad entre Josep Guardiola y Zlatan Ibrahimovic será probablemente para siempre un misterio, pero su antagonismo añadirá con seguridad pimienta al ya de por sí atractivo duelo entre Barcelona y Milan en la Liga de Campeones europea.
A nadie le gustaría estar mañana martes en las botas del sueco, que será objeto de un multitudinario abucheo cuando pise el césped del Camp Nou. Pero no es difícil imaginar la sensación que recorrerá el cuerpo del atacante si mover la red de Víctor Valdés.
La relación entre el entrenador del Barcelona y el ex jugador azulgrana se deterioró, al parecer muy rápidamente, en la primavera europea de 2010 y llevó a la salida del sueco camino a Milan en agosto del mismo año, cuando ya era obvio que no habría posibilidad de reconciliación.
Ultimamente, Ibrahimovic se ha mostrado más conciciliador con el campeón español y europeo, al que calificó de "mejor equipo del mundo", y sorprendentemente también con su técnico, a quien sarcásticamente había denominado como "el filósofo".
"Guardiola es un entrenador fantástico, los problemas entre nosotros fueron diferentes", contó al diario italiano "La Gazzetta dello Sport", confirmando lo que parecía claro desde el principio, que el conflicto se debió a cuestiones estrictamente personales.
"Debemos avanzar y no mirar atrás", agregó "Ibra" con un enfoque muy diferente al que, según medios de prensa, tenía poco antes de firmar con el Milan, cuando aseguró que noquearía a Guardiola si se lo encontraba fuera de España.
Los fans del Milan, que conocen y adoran el orgullo del sueco, esperan que simplemente esté esperando que el plato del que habla el proverbio se enfríe para servirlo mañana con un "show" magistral.
Ibrahimovic está en un buen estado de forma pese a lo temprano de la temporada, en la que brilló y marcó un tanto en el decepcionante 2-2 ante el Lazio con el que el Milan debutó en la Serie A.
También tuvo puntería a principios de agosto, cuando su gol número 200 en el fútbol profesional ayudó a los "rossoneri" a ganar 2-1 al Inter de Milán y levantar la Supercopa italiana.
Sus pocos críticos admiten que ganó los títulos nacionales con todos los equipos que jugó -Ajax, Juventus, Inter, Barcelona y Milan-, pero que nunca levantó el trofeo de la máxima competición continental. Mañana emprende una nueva oportunidad en un estadio donde tiene cuentas pendientes.