Pocas opciones de ver tenis en París.
ReutersPARIS.- La lluvia, omnipresente este año en París, está convirtiendo al Abierto de tenis de Francia en una sucesión de días tristes y fríos, al tiempo que intensifica la presión sobre el español Rafael Nadal en busca de su octavo título.
París parece Wimbledon. O peor: recuerda a Hamburgo, un torneo que los jugadores temían por sus bajísimas temperaturas, que llevaban a que los espectadores siguieran los partidos cubiertos por mantas en un torneo que en teoría formaba parte de la gira de primavera europea.
Siete veces campeón del torneo, Nadal estaba hoy listo para iniciar su partido con el eslovaco Martin Klizan cuando le anunciaron que debía regresar al vestuario. Visiblemente molesto, el español se retiró del estadio Suzanne Lenglen conversando con el supervisor. Luego, ya en la sala de jugadores, seguiría discutiendo con responsables de la ATP.
Si mañana puede finalmente jugar y gana, Nadal deberá volver a hacerlo el sábado, y si triunfa nuevamente sólo descansaría el domingo antes de encarar el lunes los octavos de final.
La interrupción por lluvia que frustró al español fue la tercera del día en el complejo de Roland Garros, lo que elevó a 34 los partidos afectados hoy: diez individuales se postergaron para mañana y cuatro no terminaron de jugarse. Además se postergaron 15 choques de dobles y cinco se interrumpieron por la lluvia.
Entre los que no llegaron a terminarse figura el partido del argentino Horacio Zeballos ante Stanislas Wawrinka, que el suizo ganaba 6-2, 7-6 (7-2) y 3-3. La rusa Maria Sharapova se imponía 6-2 y 4-2 a la canadiense Eugene Bouchard antes de que la lluvia y la falta de luz bajaran el telón en un estadio gélido y despoblado de espectadores.
No fue el caso del serbio Novak Djokovic: el número uno del mundo se sobrepuso a una pausa por la lluvia y arrasó por 6-2, 6-0 y 6-2 al argentino Guido Pello y se medirá en octavos, presumiblemente el sábado, al búlgaro Grigor Dimitrov, que viene de derrotarlo en Madrid y hoy se impuso 6-1, 7-6 (7-4) y 6-1 al francés Lucas Pouille.
"Lo que sentí hoy en la cancha no lo sentí con nadie", dijo el argentino, 83 del ranking mundial, tras caer con el serbio en el estadio central.
"En los peloteos sentís que estás igual, pero los puntos los gana siempre él. Es terriblemente flexible".
Djokovic fue imponente durante un partido que se interrumpió por la lluvia.
"Lo más importante para un jugador en estas interrupciones y demoras por la lluvia es no frustrarse mentalmente, porque es una línea muy delgada. Te preparas mentalmente para salir a jugar y, de repente, lo suspenden", explicó Djokovic, que sin dudas no se vio afectado por la pausa obligada y gana así ventaja sobre Nadal, con el que se mediría en una eventual semifinal.
Muy diferente a lo que le sucedió a la china Li Na, campeona de 2011 en Roland Garros, que terminó hoy desquiciada por las interrupciones hasta inclinarse ante la estadounidense Bethanie Mattek-Sands por 5-7, 6-3 y 6-2.
Sexta favorita, Li parecía tener el partido bajo control, con ventaja de un set a cero y 4-3 en el segundo. Entonces llegó la lluvia. Al regresar, la china pareció haberse olvidado de todo lo bueno que venía mostrando y cedió siete juegos consecutivos hasta despedirse de París.
"Fueron condiciones duras, volvimos tres veces a la cancha", se lamentó Li Na.
Mejor le fue a la bielorrusa Victoria Azarenka, que batió 6-4 y 6-3 a la alemana Annika Beck en uno de los días más grises y fríos de una de las peores semanas en la historia reciente del torneo.
La última vez que el torneo se disputó sin que ningún partido se viera afectado por la lluvia fue en 2003. Un año atrás, la final masculina se jugó en lunes.
Mientras negras nubes se aproximaban, la australiana Samantha Stosur, ex finalista del torneo, tuvo tiempo de cerrar su partido por 6-4 y 6-3 sobre la francesa Kristina Mladenovic.
Más temprano, la argentina Paula Ormaechea, 118 del ranking mundial, se impuso 6-4 y 7-6 (8-6) a la kazaja Yaroslava Shvedova, 31 de la clasificación y se aseguró un premio de 60.000 euros (unos 78.000 dólares) con el que podrá financiar todos los viajes en lo que le resta del año y bajar en algo la deuda que contrajo hace tres años para poder ser jugadora profesional.
"Ayudarme a mí es ayudarme en serio, porque no tengo nada. Todo lo que gano me va ayudando, tengo que devolverlo", dijo, tan feliz como responsable, la argentina.